jueves, 15 de diciembre de 2022

CARTAGENA 2022: ME ALCANCE A METER A LA FIESTA


La previa al Ironman 70.3 Cartagena estuvo llena de suspenso, no fue que se me ocurriera competir a última hora, al iniciar el año y planearlo, Cartagena estaba incluida en el calendario, pues previo a la apertura de inscripciones una de las marcas patrocinadoras del evento me ofreció la entrada a esta y otras carreras, sin embargo una vez se cerraron las inscripciones me informaron que no había sido seleccionado; en el momento no le día mayor importancia y el tiempo pasó sin que hiciera mayor cosa por la inscripción, pues el gran foco del año era Kona.

A mitad de año me ofrecieron, por parte de la organización, una entrada, si promocionaba un evento, al instante dije que sí, pero apenas terminé la llamada y le conté a mi esposa, me hizo caer en cuenta que tenía un evento esa semana y que serían dos viajes muy cercanos, en el mes previo a Kona, por lo que desistí de la entrada al siguiente día.

Al llegar del mundial y sintiéndome en buena forma para llegar a Cartagena me puse intenso con la consecución del cupo: con patrocinadores del evento, Federación, operadores, pero durante 3 semanas ninguna puerta se abrió, aún cuando recibí miles de mensajes, todos con muy buenas intenciones, donde me cedían o vendían sus inscripciones por diferentes motivos: desde lesiones, embarazos, accidentes e incluso de fallecimientos me enteré, sin embargo la política del evento no permitía ni cambiarlo de año, ni de nombre.

El año siguió pasando y aún sin inscripción, continué entrenando sin perder la esperanza, baje un poco las cargas, dirigí con Tempo y TNC el TriCamp y espere, hasta que, finalmente recibí una llamada de Daniela de Powerade, quien me dio la buena noticia: tendría un cupo en la carrera y con un poco menos de 4 semanas para el Ironman 70.3, fue momento de replantear el entrenamiento e intentar llegar en la mejor forma a la línea de salida, aunque no dejaban de cruzarse por mi cabeza muchas preguntas: ¿ es buena idea empujar tanto por algo ante tanta negativa? ¿será que el de arriba me está tratando de cuidar de algo?

Finalmente, a Cartagena viaje con mi esposa, Jineth, dejamos a las niñas con los abuelos, prometiéndoles un par de días de sol a nuestro regreso, aunque ya en la heroica, fue imposible no sentir nostalgia y vacío al no tenerlas al lado, aunque su energía logró viajar kilómetros en un video que la mayor (Martina) nos envió, me llenó de sentimiento y motivación para la carrera.

Para no alargar la historia, ese día me ubique en la primera línea de salida y faltando 5 minutos, se nos acercó Tony Lugo, el animador del Ironman, quien nos dijo: “pongan atención, porque si ustedes se pierden, 1800 se van a perder” y nos dio las indicaciones de último minuto de la natación, en ese momento me preguntaba: ¿será que no leí bien la guía del atleta?, no recuerdo que la natación tuviera esos giros.

6:25 am, 10 minutos después de la hora estipulada, dieron la partida, a los 50 m. ya me había alcanzado Juan Manuel Morales, del relevo ganador, medallista de oro en Juegos Suramericanos en 10 km. aguas abiertas y recordista nacional, y sus títulos se sintieron, ni 25 m. pude aguantar a sus pies. Luego de zigzaguear los primeros 200 m. para cumplir con el recorrido, se comienza a nadar en contra del sol, al principio podía ver a Morales a la distancia y tenía una referencia, pero luego, sin kayak acompañante ni guía, tuve que parar en varias ocasiones, levantarme las gafas y revisar si estaba siguiendo el recorrido, hasta que pude fijar un edificio como punto de referencia para nadar derecho. En el regreso fue más tranquilo, hasta los últimos 300 m. cuando el recorrido se vuelve confuso, ya que, en las indicaciones previas, nos habían dicho que solo había un giro a la izquierda, al inicio, pero no era así, tocaba salir de la línea en que veníamos nadando, girar a la derecha y luego en la boya a la izquierda, para buscar, literalmente buscar, la salida, que apenas tenía un par de banderines azules, difíciles de identificar porque se confundían con el fondo.

Salí del agua sobre los 25 minutos y que sensación tan increíble escuchar los gritos y la barra en el camino hacia la transición (recomendación para la organización: no sobra un tapete en este trayecto, para evitar las caídas), tomé la bici y salí disparado hacia la calle, cuando de frente me encontré con un juez extranjero quien me comienza a hacer señas y se me cruza en el camino, trato de esquivarlo, pero él sujeta y hala mi manubrio, quitándome el punto de apoyo y mandándome contra la valla, en ese momento todo es confusión, me grita que el número, le muestro el de la bicicleta y como puedo sigo mi camino, hasta que escucho “helmet number”, caigo en cuenta que el visor del casco esta arriba y tapa parte del número, miro hacia el juez, retiro el visor del casco, le hago señas que el número está allí y continuo.

Los primeros kilómetros fueron una mezcla de incertidumbre y rabia, pensaba en lo que había sucedido, si de alguna forma había cortado el recorrido y me iban a descalificar o si cuando llegara a la T1 me iban a penalizar por la reacción que tuve, quería preguntarle a alguien si todo estaba bien, pero al igual que en la natación iba absolutamente solo, ni un juez, ni un policía, todos estaban con el “líder” de la carrera, el relevo. Al pasar por las primeras dos estaciones los voluntarios no estaban listos y a pesar de avisarles, al pasar por el frente de las estaciones no pude recibir nada de nada.

En el kilómetro 35 llegó una moto de prensa a quienes les pedí me acompañaran hasta la siguiente estación de abastecimiento, porque ya necesitaba recargar, ellos amablemente me siguieron y avisaron en la estación de abastecimiento. Al girar, tome referencias y tenía sobre David Zapata, que había comenzado la natación conmigo, cerca de 3 minutos, así que me enfoque en no relajarme de vuelta, ya que, con el viento a favor, es más fácil caer en la trampa de no empujar y siempre será complicado mantenerse motivado yendo solo por más de 2 horas.

Lo que más añoraba era terminar el ciclismo, no tener ningún desperfecto mecánico y correr por la mágica ciudad amurallada, abarrotada de gente y de gritos, el trote puede ser lo más duro, pero el tener estas condiciones de fiesta, es espectacular y es lo que me hizo insistir en correr de nuevo en Cartagena, esa atmósfera es única y como dice el comercial, te da alas.

El trote me lo goce de principio a fin, era la disciplina en la que más me tenía confianza, a pesar que en las últimas semanas no estaba haciendo los mejores tiempos, cuando podía chocaba las manos de quienes las extendían a mi paso, sonreía y aceleraba en cada curva. Uno de los objetivos era bajar de las 4 horas, en el reloj solo llevaba el tiempo del parcial, no del total, hasta que, faltando 2 kilómetros, revisé el tiempo y no iba a cumplir con este, ya no había ningún afán sino disfrutar, mantener el paso y llegar a meta.


Para quienes gustan de los números, estos son los de mi reloj, no de la aplicación: en natación en 2021 nade a un paso de 1:20 y este año en 1:22, en entrenamiento me sentía mucho más fuerte que el año pasado y había tenido la oportunidad de nadar más, pero la confusión en el recorrido y las paradas, hicieron mella. En el ciclismo me demoré 4 minutos más, en 2021 las condiciones fueron muy favorables, de ida el viento fue mínimo y de regreso ayudo, mientras que este año, los primeros 20 km. el viento fue más fuerte, y aunque el regreso fue más rápido, no alcanzaba a compensar. En 2021 mi pulso promedio fue 148 y la potencia normalizada 276, mientras que, en 2022, fue el mismo pulso con una potencia normalizada de 255, pero desde que arreglé el potenciómetro, hace un par de meses, está marcando cerca de un 5 a 7% menos que antes, comparando con el simulador, al parecer ahora si está bien calibrado y, con esa diferencia, sería muy similar a 2021. En el trote me subí 55 segundos y el pulso promedio paso de 156 a 158, pero me sentí con más fondo y en mayor control.

Esta comparación para decirles que no se maten la cabeza con los números, las condiciones nunca serán las mismas, calor, viento, motivación, entrenamiento, sino que disfruten del proceso y de la carrera, en mi caso en 2021, tuve un bloque de 9 semanas entre el Ironman de Texas y Cartagena, y esta vez fueron 8 semanas, en 2021 al tener la certeza que iba a competir, la programación fue más acorde que en el presente año.

En cuanto a 2023, tengo varios objetivos laborales y el camino comienza a tener algo de claridad, una de las opciones ya no la veo viable, pues desde el 8 de noviembre presenté un proyecto para el desarrollo del triatlón colombiano, que contiene 10 ejes y el cual quería exponer, pero la Federación no ha abierto el espacio para hacerlo, a pesar de la insistencia. El otro objetivo es continuar con el proyecto de desarrollo de Tempo, que en resumen es crear un equipo infantil y juvenil de triatlón, para que se destaquen a nivel nacional y lleguen al rendimiento, así que, si sus hijos, sobrinos, familiares o amigos están interesados, no duden en llamarme. De la mano hay otros objetivos más ambiciosos, pero como cábala prefiero trabajar en silencio y cuando sea el momento darlos a conocer.

Como atleta aficionado aún no he organizado el calendario de competencias, posiblemente competiré el 70.3 de Lima y algunas carreras del calendario nacional.

Para terminar este blog quiero aprovechar para agradecerle a todos quienes me siguen, estoy demasiado agradecido por tomarse el tiempo de leer mis historias, por los mensajes, llamadas y palabras de la comunidad del triatlón colombiano en cada uno de los eventos que participe este año y en los entrenamientos, donde varias veces me cruce con muchos de ustedes y nunca les faltaron palabras para alentarme y animarme, mi retribución por todo su cariño será continuar trabajando por el desarrollo del triatlón colombiano, desde la esquina en la que me encuentre, con todo el amor y la pasión que tengo por este deporte.

Gracias también a mi familia por disfrutar a mi lado del deporte.

Hasta la próxima y ojalá en 2023 los profesionales tengan cabida en Cartagena, ya que es la vitrina más grande que tienen los atletas colombianos para conseguir algún tipo de patrocinio y espero que no sigan desapareciendo las pruebas con premiación en efectivo del calendario nacional.  

A todos feliz descanso, disfruten las fiestas….

Feliz navidad y que 2023 esté lleno de metas por trabajar y cumplir.



martes, 1 de noviembre de 2022

KONA: UN SUEÑO APLAZADO


Ya en varias publicaciones he comentado que Kona siempre fue mi sueño, hoy, vengo a contarles como fue vivir este sueño y haber podido cerrar un ciclo que estaba inconcluso.

Para recapitular un poco, desde niño, mi sueño era ser uno de los locos que aparecían en la revista Triathlete, hombres en speedo y mujeres en bikini de colores neón, montados en bicis futuristas con Scott. Soñaba y hacia cuentas del tiempo que debería hacer para salir adelante en el agua, mi deporte favorito y lo más cercano a volar.

Eran los años 90´s y el Ironman era un deporte gringo que estaba despertando gran interés en Europa y Australia, que a la postre los desbancarían, mientras en Colombia el triatlón estaba en boga, había equipos profesionales y equipos de niños, tanto así que entre 1995 y 1999, asistimos cerca de 50 niños y jóvenes a representar a Colombia, en cada uno de los campeonatos panamericanos, la mayoría de nosotros con el apoyo del bolsillo de los papás y uno que otro patrocinador.

En aquella época la meta era el Ironman, los eventos de la ITU, hoy World Triathlon, no tenían mayor difusión, esto sólo sucedió hasta el año 2000, cuando el triatlón se convirtió en deporte Olímpico, sin embargo,  lo que siempre me cautivó fue la larga distancia y al estrellarme con la falta de criterios de selección para eventos internacionales por parte de la Federación, decidí que el camino se construía solo, pasando en 2006, a la larga distancia, con el objetivo de convertirme en profesional.

De 2009 a 2014 fui triatleta profesional, en 2012 conseguí un contrato con el Team TBB, posteriormente TriCozumel, a cargo del legendario entrenador Brett Sutton y creyendo que tenía toda una vida deportiva por delante, no puse tanta atención a la clasificación a Kona, sino a entrenar y correr eventos 70.3, que me venían mejor, hasta que un buen día, el cuerpo dijo no más (si quieren leer sobre mi retiro https://andrescastillolatorre.blogspot.com/2015/08/cerrando-un-capitulo.html)  ni siquiera termine mi último Ironman de Cozumel en 2014, todo se apagó, el sueño se esfumó y creí que nunca conocería Kona, como competidor.

Por eso el poder volver a entrenar estructuradamente en 2020, clasificar a Hawái en 2021 y viajar con mi familia a Kona hace un par de semanas fue cerrar un capítulo y cumplir un sueño que, aunque no fue en la categoría profesional, fue construir casi de cero tal vez mi mejor forma física (dadas las circunstancias), ajustar las tuercas mentales y llegar a la gran cita, mi primer mundial Ironman, con todo lo que estuvo a mi alcance para celebrar, como me gusta, mis 40 años.

Me he tomado una pausa para escribir este blog, como queriendo que el sueño no se acabe, sin embargo y aprovechando ese tiempo, he tenido la oportunidad de escuchar y leer las impresiones de profesionales y amateurs sobre lo acontecido este año, de comparar resultados previos y de concluir, lo obvio: fue un Kona rápido para los profesionales -mejor tecnología, preparación y apoyo económico (patrocinadores y PTO), sin embargo, en el caso de las categorías la carrera no fue tan rápida, pero si mucho más reñida; si se comparan los atletas individualmente y los tiempos de los ganadores, los márgenes entre posiciones fueron segundos, esto posiblemente por dos razones: primera, algunos atletas en el pódium, que estaban por fuera de esta opción, se vieron beneficiados de la salida por olas, si no se es buen nadador, los líderes de la categoría superior o siguiente, te alcanzarían en ciclismo y, segunda, podría ser el efecto post pandemia, donde el mundo cambio y muchos se movieron al trabajo remoto, que se ha traducido en más tiempo para entrenar.

Sin querer darle más preámbulos a esta historia, quienes siguen mis publicaciones en redes saben que, los primeros días me ¨entretuve¨ arreglando el manubrio, que se rompió en el vuelo de Bogotá a Kona y por el cual American Airlines ya me notifico que no va a responder. Este percance me alejó un poco del show: la cena de bienvenida, la carrera de ropa interior (de lo que se perdieron) y el desfile de naciones, pero lo compensé con descanso y tiempo en familia.

El día de carrera inició muy temprano, estaba a unos 50 km del epicentro de la carrera, incluyendo el lugar de salida, esto en razón a que al momento de organizar la logística las niñas debían tener un lugar cómodo, adicional a los altos costos de un alojamiento en Kailua, el lugar donde inicia la carrera. Me levanté a las 3:30 am, comí un poco, corrí 10 minutos para bajar el desayuno y, a las 4:30 am, salimos hacía la zona de transición, una vez allí todo transcurrió en relativa calma y como mi ola (turno de salida) era la 4ta, tenía tiempo suficiente para ajustar los últimos detalles.

Los profesionales salieron a las 6:20 am, seguidos de la categoría 35-39 años a los 15 minutos, luego la categoría 30-34 y, posteriormente, mi ola, 40-44 años, a las 7:05 am. El proceso era esperar en un corral y, tan sólo, faltando 8 minutos para la largada, podíamos entrar al agua, dirigirnos a la salida, una línea imaginaría custodiada por surfistas, podrán imaginar la adrenalina y tensión que se respira en ese momento, todos amontonados y queriendo pasar adelante, cada uno cuidando su lugar, hasta que comienza la cuenta regresiva y toda esa energía reprimida explota con el cañonazo de salida.

Saque mi experiencia en eventos ITU, nade a tope los primeros 100 m. y pude salir de esa lavadora de brazos y piernas rápidamente, me ubiqué adelante y, por mi lado derecho, un italiano comenzó a tomar ventaja, así que fui a sus pies, mientras veia cómo se iban quedando los demás y a los 400 m. ya era segundo, con un grupo numeroso a mis pies.  

Miraba cada tanto para atrás y el grupo no se separaba, primera decisión de carrera, hacer un hueco e ir adelante a jalar,  la estrategia funcionó, ahora iba liderando mi grupo de edad, sin embargo me mantenía con un pensamiento recurrente: esta carrera no se gana en la natación, debía ser conservador y no quemar los cartuchos antes de tiempo, así que, llegando al retorno de natación, dejé pasar al italiano y me fui a sus pies, sintiéndome suficientemente cómodo, a los 500 m., volví a tomar la punta y comenzamos a pasar cantidad de atletas de la ola anterior. Estos sobrepasos no fueron traumáticos, principalmente porque íbamos pegados a las boyas, mientras la mayoría de gente optó por ir abierto, sólo un par de personas se atravesaron y con el convencimiento de ser conservador, nuevamente dejé la punta, más adelante quise pasar de nuevo, pero al abrirme sentí que tendría que meter otro cambio y la renta no sería mucha, así que, aunque quería ser el mejor nadador de las categorías, no era inteligente pasar a jalar.

En los últimos metros de la natación llegando al Pier, la cantidad de gente era impresionante y, resultaba más complicado pasar, por suerte me pude mantener por fuera de los golpes, pasar por un lado el trancón que se hacía en las escaleras y salir en primer lugar (de mi categoría) de la transición.

Ya montado en la bici comencé a pasar más gente, con la dificultad que suponía adelantarlos en las estrechas calles de Kailua, unos 12 km. antes de salir a la autopista, Queen Ka’, donde Sonia (más conocida como la negrita), mi cuñada, me confirmó que iba liderando y era top 5 de la general, de ahí en adelante fue un trabajo constante para estar en la distancia reglamentaria.

Junto a 5 competidores íbamos rebasando, dejando la distancia reglamentaria, pero a quienes pasábamos se metían en el medio, no les era suficiente seguir el tren, por lo que me era necesario acelerar y pasar hasta la punta para no entrar en los 10 m. del atleta en frente, este cambio de ritmo causaba una merma del paso y multiplica el esfuerzo físico y mental.

Mi estrategia hasta iniciar la “subida” de Hawi era sobrepasar en las subidas la mayor cantidad de ciclistas y, cuando me encontraba con un grupo que no se dejaba pasar o se metía en el medio, frenarme un poco, dejarlos pasar y volverlos a sobrepasar en la subida, manteniéndome acoplado todo el tiempo, para disminuir la resistencia y por consejo de Andrés Torres, a quién le había manifestado mi preocupación por el sobrepaso y quedar en medio de una situación de drafting, que pudiese valerme una sanción, su consejo: “mantenga la distancia y si se le meten no se desacople, pues si viene un juez y ve que va cogido de arriba, va pensar que usted va haciendo drafting”.

Hawi es una subida o falso plano al 2-3% que va del kilómetro 84 al 93, el cual se puede hacer acoplado y en donde normalmente se rompen los lotes. Esta subida la hice a unos 260 vatios constantes, unos 10 vatios más del promedio que traía, acoplado y pasando gente, lo que me dió posibilidad de estar más tranquilo con mi estrategia de rodar limpiamente. Ya al coronar, me di cuenta que había descontado unos 4 minutos a la primera ola, así que posiblemente podía ser el líder de las categorías o estar muy cerca de ello, pues no podía referenciar sino a la primera ola (35-39 años).

De regreso, parada rápida en los special needs: tomé la caramañola de Isocarb y continué con mi alimentación, mayoritariamente liquida y que consistía en 90 g. de carbohidratos por hora y, aproximadamente, un litro de líquido. En ese punto solo iba, de quienes comenzaron el ciclismo conmigo, un polaco, a quién pase rápidamente en la bajada, al ver unas gotas sospechosas que brotaban de su sillín.

En el regreso la cantidad de ciclistas se redujo notablemente, alcance al último grupo en una subida a los 128 km. y me mantuve a la distancia con un par de ciclistas, hasta que faltando 40 km. comenzaron a aparecer los jueces, no los había visto en todo el recorrido, repartiendo sanciones a varios de los que iba alcanzando.

Luego de eso de nuevo solo, hasta que  un grupo de 5, a su respectiva distancia, me pasó a muy buen paso, estuve con ellos hasta el km. 160, cuando en una bajada perdí la referencia y quedé, nuevamente, solo, creo que en esos últimos 20 km. fue donde perdí tiempo, debido a que rodé prudentemente, sintiendo que me había excedido en algunas subidas; finalmente, entrando a Kailua me pasó otro grupo y antes de llegar a la transición, volví a escuchar a Sonia, que me gritaba 7mo, en ese momento no entendía si era de la general o de mi categoría, así llegue a la zona de transición y era hora de saber que tal estaban las piernas.

Apenas me desmonte supe que tenía piernas, me cambie rápidamente, tome los geles y el cinturón que tenía una botella con líquido, previendo lo que sería correr con menos estaciones de hidratación (en razón a la falta de voluntarios las estaciones de abastecimiento las habían movido, ya no eran cada milla, sino cada dos millas) lo que pondría al cuerpo al límite, en un recorrido sin sombra, ondulado, húmedo y a más de 32°C.

Estaba ansioso por correr, sabía que era donde se definía todo, pero intenté mantenerme en control para apegarme al plan de carrera. A los 2 km. veo a mi esposa, quien, nuevamente me grita 7mo, a lo que respondo ¿de la general? y me responde: de tu categoría, pero todos están a dos minutos a excepción del primero, inmediatamente, a tranquilizar la cabeza, pues esperaba estar más adelante, según cuentas previas y, otra vez, apegarme al plan, sabía que, si mantenía el ritmo, los iba a cazar.

A los 11.5 km. se sube Palani, me sentía fuerte y volví a recibir noticias, ahora iba 5to, volvía el alma al cuerpo, el plan iba dando resultado. Seguían un par de repechos, hasta que se llega a un falso plano eterno, donde la mejor estrategia es no mirar el reloj, coger todo lo que se pueda en las estaciones, rellenar el tarro de lo que sea y apretar dientes. Ese falso plano termina al entrar en el temido Energy Lab, que es el segmento más caliente de la carrera, primero se baja, luego se corre paralelo a la playa, en un calor infernal y se hace el retorno, para luego subir, todo eso con estaciones de abastecimiento muy separadas, en las cuales escaseaba el hielo y las bebidas frías, tocaba rebuscar entre las mesas y canecas, para conseguir algo frío.

Había escuchado que al salir del Energy Lab, era la parte en la que se ganaba o se perdía la carrera, en mis cuentas iba 5to o 6to, pues me parecía que había alcanzado uno de mi categoría, pero me había pasado Sergio Marqués, un ex profesional portugués con quién había competido, hace unos 12 años. Esperaba encontrarme de nuevo con Sonia para que me diera parciales, pero ya no estaba (ella iba y volvía en bici, luego supe que le había dado un golpe de calor y no pudo esperar más) y al no encontrarla, simplemente, trataba de descolgarme en el falso plano, pero las piernas ya  no bajaban de 4:20/km.

Esos últimos 12 km. fueron eternos y engañosos, casi hasta de alucinaciones, en un punto creí llegar a la subida de Palani, para dar vuelta a la derecha y llegar a Kailua, pero era el repecho previo, ya las fuerzas iban justas y luchaba por no bajar la cadencia, finalmente logré llegar a Palani, me dejé ir y faltando casi 1 km. me pasó Kocar, por el número sabía que era de mi categoría, traté de apretar, pero él estaba más fuerte, a los 200 m. pase a un belga de mi categoría, quién estaba a punto de caerse.

En ese punto y dentro de mí, sabía, que había perdido el top 5, pero ya sólo quería llegar donde estaba mi familia, recoger la bandera de Colombia y terminar, el cuerpo no daba más, a lo lejos vi la tricolor y el tapete de llegada, la piel se me erizó, era lo que había soñado, estaba cumpliendo un sueño aplazado:  pasar ESA meta (así con MAYUSCULAS) dejando las piernas y el corazón en esos 226 km, sin importar el tiempo, el puesto, pero, absolutamente, satisfecho de hacer todo lo que estaba a mi alcance por cumplir y cumplirme.

Pasar la meta fue una mezcla de felicidad y dolor, pero sobre todo, un sentimiento de complacencia, por haber podido dar por terminado un capítulo, que había estado inconcluso durante 8 años y hoy no tengo más que agradecimiento por todos los que me animaron y me apoyaron para regresar, a cada uno de los que escribieron mensajes de aliento y de ánimo, a quienes estuvieron pendientes durante las 9 horas de competencia de cada parcial, a quienes en grupos de whatsapp comentaban la carrera, hicieron pronósticos y en la distancia me enviaban su buena energía y, en especial, a mis amigos de la vida, los amigos que se convirtieron en familia y que conocí por haber hecho parte de  Merey y a mi ex entrenador, Oswaldo Santos, quien cada vez que me veía me decía: “Mijo, usted tiene que regresar, aún tiene mucho que dar, yo lo quiero ver en Kona”

Infinitas gracias a mi esposa por su paciencia, por su ayuda y por animarme a cumplir mis sueños, a Mauro, mi mejor amigo, que siempre estuvo dispuesto a escucharme y aconsejarme, a mis hijas por alegrarse por mis triunfos y prestarme su tiempo y a la familia de mi esposa, es decir mi familia, que me acompaño, se organizo y se vivió este viaje en torno a un Ironman.

Todavía tengo la cabeza revuelta, muchos planes y caminos que tomar para 2023, entre ellos esta priorizar los objetivos laborales y familiares, pero eso será para otro blog.

¡Aloha!



lunes, 26 de septiembre de 2022

LA RECTA FINAL PARA KONA

 


Ayer, al terminar el último brick largo (montar y bajarse a correr), me dije mientras caminaba de regreso a la casa, con una sonrisa en la cara y en el alma: “ya está todo hecho, con el tiempo y las condiciones que tuve, no hay nada que reprochar, hice lo planeado y hasta más”.

Este último bloque de tres semanas, casi idénticas, ha sido el más duro, en cuanto a tiempo e intensidad, desde que volví a entrenar estructuradamente hace dos años y medio; promedié 26 horas por semana y, comparado a lo que hice en los últimos años como profesional, estuvo cerca al 70% de los bloques más fuertes y  muy cerca del promedio de mis inicios en la élite.

La semana consistía en dos días de brick: uno con pasos de umbral en bici y potencia en carrera y, otro, con pasos de tempo en bici y de umbral en trote, sumado a un día de fondo de bici y otro de atletismo, mientras que en la natación tenía un día de 100s y otro de potencia, todo eso acompañado de sesiones de mantenimiento y recuperación.

Nadando sentí que fui de menos a más, cada vez más fuerte, tuve la oportunidad de estar acompañado de Arturo y Alejandro Guzmán en algunas sesiones claves, lo que me ayudo a mejorar y, en general, sentía que los pasos salían solos.

En la carrera a pie, a pesar que era la carga más alta, fue la disciplina en la que mejor me sentí, los fondos se pasaban rápido y los intervalos los hacía sin mirar el reloj, por el otro lado, en el ciclismo, me costaba mantener el paso en los intervalos más largos y seguirle el ritmo a Alejandro, que, hoy viendo los resultados de Cozumel, entiendo el por qué, pues ha mejorado bastante, así que sólo espero que una vez me quite de encima las capas de cansancio algo de sus números estén tambien en mis piernas.

Quedan 12 días, de hoy lunes al sábado será casi la misma estructura de las últimas tres semanas, pero disminuyendo el volumen y manteniendo la intensidad y, el viernes, finalmente, programaré mi semana de competencia, que será muy similar a las que he venido haciendo este año, en este momento no hay que inventar nada con el entrenamiento, mucho menos con la nutrición, en la cual logré consumir sin dificultad los 90 g. de carbohidratos por hora, en los entrenamientos específicos.

He hecho todo lo que estaba a mí alcance, ha sido desafiante mantener un balance entre el trabajo, la familia, el entrenamiento y el proyecto de desarrollo de Tempo, que apenas esta iniciando y, en el cual me enfocare totalmente apenas regrese de Kona.

Así, el sábado viajaré tranquilo, dispuesto a dejarlo todo y a disfrutar de este sueño aplazado de nadar en Kailua Bay, rodar en Queen KA y correr en Ali´i Dr. y , estoy seguro que muchos de ustedes me seguirán y acompañaran, con su buena energía, a cientos de kilometros.

Ya me han preguntado cual es el objetivo y eso está claro: Ganar la categoría, hacer el mejor parcial de natación y ser el mejor colombiano, tareas ambiciosas, pero posibles y, al mismo tiempo no me trasnochan.

Tambien me han preguntado de los posibles ¨rivales¨, de los extranjeros, la verdad, ni idea de quienes están, de los colombianos si he podido ver sus resultados y por el momento este es un corto análisis: Jonathan está muy fuerte en la bici y sobre todo corriendo, creo que es el favorito entre los cafeteros, Nicolás, tiene uno de los mejores ciclismos de los grupos por edad, Juan Eugenio, toda la experiencia del mundo en Kona y Felipe viene mejorando año a año, sólo por nombrar algunos.

Pero esto es una carrera de yo contra yo, luchare por esos objetivos, pero, repito, no me trasnochan, lo que me hace soñar despierto es la experiencia de estar allá con mi familia, de verlos durante la carrera y de cruzar la meta y abrazarlos, después de haberlo dejado todo, de la misma forma que lo hice en cada uno de los entrenamientos, desde hace un año, cuando logré el cupo.

Para todos los que estarán viviendo esta experiencia les envío mucha suerte mecánica, que lo disfruten a su manera y según sus metas, en especial a mis pupilos: Paola, Álvaro, Francisco, Jaime y Valentina, que también hicieron lo todo lo posible por parase en la línea de salida, en sus términos, tiempos y condiciones.

Por último gracias, mil gracias a todos los que durante este tiempo han aportado, con su tiempo, recursos, palabras y pasión por el sueño de Kona: a Jean Pierre de Enervit, Giovanni de Páramo, Juan y Sergio de TNC, Nohemí y Jorge que nos acampañan sin dasampararnos en cada entrenamiento, a cada uno de los pupilos que me han concedido este tiempo, a mis amigos que no paran de animarme y emocionarse tanto o más que yo, a Mauro, que ya sé si entra como amigo o como familia, pero siempre está para todo y, por su puesto, a mi familia con quienes estaremos en The Big Island.

Desde Kona, realizaremos un live con TNC, para contarles, de primera mano, lo que se vive en la meca del triathlon y lo que siente un primiparo viviéndolo.

Antes de despedirme y anticipandome a lo que suceda en la carrera, de una vez les advierto que cuando finalice la carrera, inmediatamente, no publicaré el acostumbrado blog, esté será uno de los regalos para los asistentes al Campamento de TNC-Tempo en Giradot, quienes tendrán en primicia todos los detalles de esta gran experiencia, en vivo y en directo, después de esto si tendrán mi acostumbredo blog.

martes, 26 de julio de 2022

IRONMAN 70.3 ECUADOR: A LA CAZA

 


Cuando me inscribí a Manta tenía varios objetivos en mente: conocer en persona a mis pupilos ecuatorianos, dirigir el campamento de entrenamiento en Guayaquil y, por último, continuar la preparación con rumbo a Kona, pero al confirmar que habría profesionales, surgió uno más: saber que tan cerca estoy de los PRO.

Los primeros dos objetivos se cumplieron, sin contratiempos, en Guayaquil con el desarrollo del campamento y los otros se debieron aplazar dos semanas, a causa del paro que estaba viviendo Ecuador, afortunadamente este finalizó, pero en el intermedio debí regresar a Colombia y viajar, nuevamente, pero esta vez sin mi familia.

Siempre he dicho que la carrera de los grupos por edad y los PRO es diferente, en la carrera de los profesionales se arranca como si fuera un evento sprint, en ciclismo la regla del drafting es más estricta y la distancia entre competidores es entre 12 a 20 m., dependiendo del evento, versus los 10 m. de los grupos por edad, además la dinámica del ciclismo es diferente, no es un paso constante, sino que hay ataques y cambios de ritmo, mientras que la carrera a pie es muy similar en ambas clasificaciones.

Por estas razones nunca me ha gustado comparar ambas competencias en una clasificación, con eso en mente, decidí ubicarme de primero en la salida de natación y tratar de hacer la carrera en solitario.

Esperando que iniciara el evento, veía en primera fila como los profesionales se alistaban, mientras  mi mente me transportaba a esos años en los que estaba allí, en primera fila, en los nervios y adrenalina que se sentía y alcance a sentir nostalgia, por lo que sólo quería que dieran la largada, que pasaran rápido esos 10 minutos (la diferencia entre la salida de los PRO y los AG) y tratar de dar cazar, por lo menos a un par de ellos, no sería fácil, pero sí posible, pues siendo mi fortaleza la natación, de seguro saldría solo, haría un buen descuento, y de ahí en adelante continuaría la persecución.

Dieron la salida, me precipité al agua, fui entrando en ritmo y mantuve la sensación de esfuerzo durante toda la natación, a pesar que el parcial del reloj de cada 500 m. marcaba un paso de 1:21/100 m., algo que no estaba en mis cálculos, pero sabía que podría haber una corriente en contra imperceptible o que el GPS marcara mal, así, la mejor estrategia era confiar en mi esfuerzo. Llegando a la playa, vi un gorro naranja, que identificaba a los grupos por edad, adelante mío, lo que me sorprendió, pero al acercarme me di cuenta que era Palmira Álvarez, la única profesional que estaba compitiendo, y que el gorro era rosado, lo que me animó, pues esperaba pasarla hasta los primeros kilómetros del ciclismo.

Los días previos me habían repetido una y otra vez que la vía no era la misma de hace unos años, aunque era la misma ruta, había caído en el olvido del Gobierno y estaba rota, sin más reparos salí a rodar y los primeros kilómetros no me parecieron tan malos, a lo que pensé “en Ecuador están acostumbrados a tener muy buenas vías, lo que pasa es que no conocen las de Colombia”, pero a los pocos kilómetros, me choqué de frente con la realidad, una vía dejada, pedregosa, llena de huecos y resaltos, que ponían en peligro a los ciclistas en las bajadas e incomodaban en las subidas.

Al kilómetro 35 ya había perdido un gel, la maleta de la comida (me tocó meter los geles en los bolsillos), un porta caramañolas y la bici parecía que se fuera a desarmar.

Afortunadamente esos siguientes 10 km., hasta el giro de retorno, estaban en condiciones aceptables y logré aumentar la intensidad de nuevo y, llegando al retorno pude calcular la diferencia que tenía con los profesionales, los 5 primeros me habían aumentado y los demás iban relativamente a la misma distancia, mientras quienes me perseguían no venían lejos, un grupo de 3, a casi 5 minutos, que podían ser más o menos, pues no sabía la hora a la que habían partido.

Retorne y aumenté el ritmo, aprovechando que era la única parte en la que se podía pedalear constante, al ingresar nuevamente al segmento de carretera destruida, la cabeza comenzó a jugar una mala pasada, diciéndome que no era necesario seguir arriesgando en las bajadas, así, me comencé a relajar y los últimos 10 km. los hice a sensaciones, ya que el Garmin de la bicicleta no aguantó más y se soltó; todo esto se vio reflejado en los tiempos, de ida hice 1:09 con un promedio de 269 vatios y 281 de normalizada con 145 pulsaciones de promedio y el regreso hice casi 1:14 con 252 de promedio, 264 de normalizada y un pulso de 141.

El pulso fue el claro indicador que no había ido a la intensidad que debía competir, para poner un ejemplo en Nariño monté a 271 vatios, 279 de normalizada y un promedio de 151 pulsaciones.

Con estos números perdí tiempo con los profesionales y con el grupo persecutor, que me descontó 4 minutos y, de no ser porque arranque de primero, me hubieran alcanzado, no lo sabía, pero ya no era el líder de las categorías.

Bajándome con las piernas más frescas de lo usual, me propuse hacer un buen parcial y cumplir con el objetivo de alcanzar a algunos de los profesionales, entre ellos a Eduardo, que según mis cuentas estaba a 5 minutos y se veía bien. El primer kilómetro salió en 3:43 y en la primera vuelta, de dos, no subió de 3:45, me sentía increíble y parecía que era el que mejor estaba corriendo en ese momento. Al finalizar la vuelta alcance a dos profesionales y más adelante a Eduardo, a quien animé y continúe con mi paso y propósito. 

Faltando 6 kilómetros, alcancé a dos profesionales ecuatorianos y, uno de ellos, Giovanny Mármol, se me hizo al lado durante los siguientes 4 kilómetros, se convirtió en un cabeza a cabeza, lo que me ayudó a que el ritmo no se subiera, hasta que, finalmente, pude dejarlo atrás y llegar en sexta posición, pero descontando los 10 minutos a los que partí, me ubique en quinto lugar de la general y primero de las categorías.

Viene la pregunta: ¿Qué tan lejos de los PRO estoy? En natación estuve a 18 segundos del mejor nadador, Andy Potts, que a diferencia mía no llevaba wetsuit, pero tenían la ventaja de ir en grupo, tengo la confianza que aún podría salir en el lote de punta. En ciclismo la pérdida de tiempo fue demasiado grande, 16 minutos con Potts y 10 minutos con el segundo, tercero y cuarto, creo que concentrado y con alguien de referencia, podría estar cerca de los 8 minutos, pues la ruta fue igual para todos. Corriendo hice un tiempo muy bueno, superando a Potts, que ya tenía controlada la carrera y puede que no haya apretado al máximo, el único que me superó fue Kevin Collington, quien corrió 4 minutos mejor. Al final perdí menos de 16 minutos con el primero y estuve a 10:42 de pódium, entendiendo que no fue una carrera con los mejores profesionales del circuito, a excepción de los dos primeros y, que varios de los profesionales en competencia, son élites de distancia olímpica.

Quedé muy contento con la preparación que llevo para Kona, sin tantos kilómetros en el trote, me encuentro en la mejor forma del año; en natación el trabajo es acertado y el énfasis ahora será el ciclismo, cuidando el balance para no perder en el trote.

Viene el último bloque de entrenamiento, en el que pretendo aumentar el volumen en ciclismo y carrera, mantener la natación y hacer un par de campamentos de entrenamiento en calor, para llegar a Kona con la tarea hecha y cumplir con este sueño aplazado.

En cuanto a lo laboral, seguir trabajando con Tempo, tanto en los planes de entrenamiento como en el evento de octubre y organizar el grupo de desarrollo y rendimiento que dirijo, apretar algunas tuercas y soltar otras. 

¡Gracias a todos los pupilos, se portaron de maravilla, tanto los colombianos como los ecuatorianos, nos vemos en la próxima!

martes, 14 de junio de 2022

NARIÑO CHALLENGE 2022: EL BICHO QUE PICA DURO



Ella gira, estira la mano y aún siente el calor de su cuerpo en las sabanas, revisa la hora en el celular, levanta la cabeza para escuchar si ya está montado o, si apenas ha terminado de tomarse el primer café.

Mientras tanto él intenta, no hacer ruido, iniciar lo antes posible a pedalear, para alcanzar a despedirse de su primera princesa y, no dejarle a ella, toda la responsabilidad de alistar a la segunda chiquita, así transcurren muchas mañanas desde que, a él, le pico el bicho de regresar al triatlón.

No es un sacrificio, es una rutina, estamos claros, sería mas sabroso, que ella estirara la mano y él estuviera allí, para darle un abrazo antes de iniciar la jornada diaria, tal como sucede en muchos hogares, por eso él constantemente le recuerda que después de Kona las cosas serán a otro precio, las prioridades cambiaran y aunque ella quiere creerlo con todas sus fuerzas sabe y en el fondo reconoce que ese bicho, pica duro.

Como contar una novela, así ha sido el retorno a la competencia, con la alegría inmensa de hacer el trabajo y obtener los resultados, tal como sucedió en Nariño, el pasado domingo, repetir no era tarea fácil, a pesar que sabía que había cumplido con la tarea y que los números respaldaban ese objetivo.

El día previo fue distinto, se activó el modo carrera cuando Sergio, Juan Carlos y Manuel, saltaron al agua y salieron a dejarlo todo en Los Mortales y; la adrenalina comenzó a fluir en la noche con el sorteo de los carriles, donde quedé con Andrés Montoya, quién consideraba el mejor nadador del evento y, al cual, tenía como referente a vencer en el agua, tarea nada fácil, ahora que íbamos en el mismo carril.

El domingo, a diferencia del sábado y del año pasado, el día arrancó temprano, sin aplazamientos por mal tiempo, desayuno, subir bicicletas al carro y a la zona de competencia a seguir la rutina, una vez finalizado el calentamiento busqué a Andrés (Totoy) y le pregunté sobre la estrategia que tenía para los 1.900 metros, era más inteligente turnarnos la punta, que tratar de competir entre ambos, a lo que Totoy, como le dicen sus amigos, estuvo de acuerdo.

Así, el plan era rotarnos cada 300 m. pero apenas nos lanzamos y vi que yo ya llevaba 10 brazadas y el seguía ondulando debajo del agua, pensé, ojalá no lo frene cuando sea mi turno; cada giro era un estirón, su técnica es impecable, y la mía, bueno si me vieron nadar, sabrán que de estética poco. A los 350 m. Totoy me dio el cambio y, así, rotamos casi hasta los 1500 m. cuando me di cuenta que tenía una luz, que él estaba dejando unos metros en cada piscina, apreté un poco, realmente quería salir de primero y pude hacerlo con escasos 10 segundos, mejorando por 30, el registro del año pasado.

En la transición alcancé a escuchar que Eduardo Londoño había salido unos 30 segundos atrás y comenzó la calculadora mental a funcionar, pensando que era difícil que me alcanzara, sin embargo sobre el kilómetro 15 al mirar hacia atrás me pareció verlo, al principio creí que había visto mal, porque la distancia era de unos 50 m. y no podía detallar, no sabía si era Eduardo o alguien más, inmediatamente intenté preguntarle a los conductores de los carros y motos de la organización que pasaban o que estaban parqueados a lo largo de la vía, pero no me respondían.

Ya en el kilómetro 30, aproximadamente, pude confirmar que, efectivamente, era Eduardo, y el dialogo o mejor batalla mental comenzó, pensé que no llevaba un buen ritmo, ya que en marzo habíamos hecho el TT Challenge juntos, y con Alejandro Guzmán tuvimos que esperarlo en algunos tramos, pero no me desesperé porque por pulso y potencia iban acordes al plan.

Tener a Eduardo atrás me puso feliz como entrenador y como amigo, Edu comenzó las prácticas profesionales en Alkosto a principios de año, suspendió por un tiempo el entrenamiento y por pura presión de grupo a partir del TT Challenge comenzó a entrenar, con un plan que se ajustó a su disponibilidad de tiempo por su nuevo trabajo, con la mitad del volumen que hacía cuando entrenaba tiempo completo, pero cada minuto lo aprovecho al máximo y lo motivo a no dejar su pasión.

Volviendo a la carrera, llegando al peaje, a la mitad del ciclismo, Juan Aristizábal, estaba dando parciales y me dio un susto cuando le escuché: “Eduardo está a 30 m. y los demás vienen ahí cerca, a un minuto”, dije: este año hay candela y va tocar sufrir si quiero repetir.

Hice el retorno, luego Eduardo y ya a punto de alcanzarnos, Alejandro Guzmán. Ese giro está al final de una bajada, al kilómetro 51, así que comencé a subir a buen ritmo, para coronar delante de Alejandro o con él a la vista y al ¨coronar¨, por primera vez, ya no era el líder.

Decidí no dejarlo ir, mantenerlo a los 12 m. reglamentarios, y ver hasta donde aguantaba, la frecuencia cardíaca se subió unas 5 pulsaciones y las piernas se apretaron, continué con el plan de alimentación e hidratación, mientras ahuyentaba los pensamientos negativos y eliminaba los escenarios en los que perdía, dándome ánimo. En el regreso el viento estuvo más fuerte y llegando a Nariño, pase adelante, quería ayudar y no esconderme, si me reventaba, me reventaba, pero quería ganar poniéndole la cara al viento. Esa última parte fue eterna, el promedio se caía rápidamente y zona de transición, en la báscula, no se veía a la distancia.

Finalmente pie a tierra y Alejo a pocos segundos detrás, los dos hicimos una transición rápida y salimos como si el primer giro fuera la meta. Siempre les he dicho, el primer kilometro sale solo, no lo empujen, pero fui el primero en romper esa regla, al pasar por ese primer parcial, con salto de sardinel incluido, pasamos a 3:18, cuando el plan era pasar por rápido en 3:40 el primer kilómetro, así que trate de bajar las revoluciones y reorganizar la cabeza (luego de revisar en casa el archivo de carrera me di cuenta que el GPS marcó mal el primer kilómetro y el paso real fue rápido, pero cercano al plan: 3:38/km.).

Sabía que Alejo no había podido correr sino hasta la última semana, por una periostitis, así que el fondo debería jugar a mi favor, pero no podía relajarme, porque Ernesto Espinoza, uno de los mejores atletas de larga distancia de Costa Rica y Sebastián Mahecha, no venían muy lejos, por el tiempo que había tomado en la T2.

Antes de llegar al primer retorno, kilómetro 2.5, empecé a ver como Alejo se quedaba, lo animé de vuelta y calculé que le llevaba un poco más de 2 minutos a Ernesto, que venía corriendo fuertísimo, así que el plan era no bajar el ritmo y continuar presionando hasta que perdieran la esperanza.

Al pasar de nuevo por la báscula, Martina, mi hija mayor, estaba repartiendo agua, no le recibí a nadie bolsas y solo fui por el vaso ¨medio lleno¨ que atesoraba en sus manos, vi el orgullo en sus ojos de ver a su papá liderando y me dije: “hasta el final que esto no se puede perder”.

Al dar el giro, debajo del puente, en el kilometro 8, tome el parcial hasta que me encontré a Alejandro y luego a Ernesto, sus caras y cuerpos denotaban el esfuerzo y me dije: “esto es mío, ahora a mejorar el tiempo del año pasado, no hacer nada loco, comer e hidratar” y así lo hice, trate de no bajar el ritmo, disfrutar del público y la carrera, animar a los pupilos y demás competidores e imaginarme la felicidad de mis hijas y de Jineth al cruzar la meta.

En la meta me esperaba Martina con la gorra de Tempo, toda una manager, y Macarena vencida por el cansancio y el calor, dormía en los brazos de mamá. Las besé, alce a Martina y celebré, no solo por mí, sino por ellas, por mis pupilos y por cumplir con el objetivo de ganar y mejorar en las tres disciplinas.

Estaba muy contento con el resultado de los pupilos, en especial por Cristina, a quien había visto batallar por años y, ahora, de la mano de Alejo, la veo como una mujer más fuerte, que por poco se lleva el título, en su primer 70.3, con bici prestada y en condiciones de calor, que siempre ha sido su talón de Aquiles. Igualmente estaba feliz de ver a Edu, disfrutando, a pesar de la dureza de la prueba, por David Sarmiento, un poco más maduro y comprometido, por Francisco, que, finalmente, pudo hacer Nariño, por Alejo, que, a pesar de la lesión, nunca se excuso en ella y fue por ese primer lugar sin miedo y, por supuesto, por Los Mortales: Sergio, Manuel y Juan Carlos, que, con trabajo, obligaciones y, algunos con hijos, superaron sus propias expectativas.

A Juan, Sergio, Naty, Lorenzo y todos los organizadores y voluntarios del Nariño, GRACIAS, saben lo mucho que aprecio esta carrera y lo agradecido que estoy por la oportunidad de correr que han dado, este año, a los profesionales y reconozco el gran trabajo que vienen haciendo, para que tanto los atletas amateurs como los profesionales de Colombia, que les gusta la larga distancia, tengan la oportunidad de competir en su país y tener una vitrina para darse a conocer a patrocinadores, seguidores y atletas.

Agradecer a Zaira y Laura de Nova Sport que, en una semana, después del duatlón de Rude Series, me tenían corriendo de nuevo y a Jean Piere que con Enervit, me han dado la oportunidad de entrenar la nutrición, de experimentar y poner a prueba los productos, para tener plena confianza que en la carrera no voy a tener problemas estomacales y mucho menos de energía.

En una semana viajaré a Ecuador a dirigir un campamento de entrenamiento y capacitación en Guayaquil y luego competiré en Manta, con lo cual daré inicio al bloque de volumen de cara al gran objetivo del año: Kona.

¡Felicidades a todos los Survivor!