martes, 26 de julio de 2022

IRONMAN 70.3 ECUADOR: A LA CAZA

 


Cuando me inscribí a Manta tenía varios objetivos en mente: conocer en persona a mis pupilos ecuatorianos, dirigir el campamento de entrenamiento en Guayaquil y, por último, continuar la preparación con rumbo a Kona, pero al confirmar que habría profesionales, surgió uno más: saber que tan cerca estoy de los PRO.

Los primeros dos objetivos se cumplieron, sin contratiempos, en Guayaquil con el desarrollo del campamento y los otros se debieron aplazar dos semanas, a causa del paro que estaba viviendo Ecuador, afortunadamente este finalizó, pero en el intermedio debí regresar a Colombia y viajar, nuevamente, pero esta vez sin mi familia.

Siempre he dicho que la carrera de los grupos por edad y los PRO es diferente, en la carrera de los profesionales se arranca como si fuera un evento sprint, en ciclismo la regla del drafting es más estricta y la distancia entre competidores es entre 12 a 20 m., dependiendo del evento, versus los 10 m. de los grupos por edad, además la dinámica del ciclismo es diferente, no es un paso constante, sino que hay ataques y cambios de ritmo, mientras que la carrera a pie es muy similar en ambas clasificaciones.

Por estas razones nunca me ha gustado comparar ambas competencias en una clasificación, con eso en mente, decidí ubicarme de primero en la salida de natación y tratar de hacer la carrera en solitario.

Esperando que iniciara el evento, veía en primera fila como los profesionales se alistaban, mientras  mi mente me transportaba a esos años en los que estaba allí, en primera fila, en los nervios y adrenalina que se sentía y alcance a sentir nostalgia, por lo que sólo quería que dieran la largada, que pasaran rápido esos 10 minutos (la diferencia entre la salida de los PRO y los AG) y tratar de dar cazar, por lo menos a un par de ellos, no sería fácil, pero sí posible, pues siendo mi fortaleza la natación, de seguro saldría solo, haría un buen descuento, y de ahí en adelante continuaría la persecución.

Dieron la salida, me precipité al agua, fui entrando en ritmo y mantuve la sensación de esfuerzo durante toda la natación, a pesar que el parcial del reloj de cada 500 m. marcaba un paso de 1:21/100 m., algo que no estaba en mis cálculos, pero sabía que podría haber una corriente en contra imperceptible o que el GPS marcara mal, así, la mejor estrategia era confiar en mi esfuerzo. Llegando a la playa, vi un gorro naranja, que identificaba a los grupos por edad, adelante mío, lo que me sorprendió, pero al acercarme me di cuenta que era Palmira Álvarez, la única profesional que estaba compitiendo, y que el gorro era rosado, lo que me animó, pues esperaba pasarla hasta los primeros kilómetros del ciclismo.

Los días previos me habían repetido una y otra vez que la vía no era la misma de hace unos años, aunque era la misma ruta, había caído en el olvido del Gobierno y estaba rota, sin más reparos salí a rodar y los primeros kilómetros no me parecieron tan malos, a lo que pensé “en Ecuador están acostumbrados a tener muy buenas vías, lo que pasa es que no conocen las de Colombia”, pero a los pocos kilómetros, me choqué de frente con la realidad, una vía dejada, pedregosa, llena de huecos y resaltos, que ponían en peligro a los ciclistas en las bajadas e incomodaban en las subidas.

Al kilómetro 35 ya había perdido un gel, la maleta de la comida (me tocó meter los geles en los bolsillos), un porta caramañolas y la bici parecía que se fuera a desarmar.

Afortunadamente esos siguientes 10 km., hasta el giro de retorno, estaban en condiciones aceptables y logré aumentar la intensidad de nuevo y, llegando al retorno pude calcular la diferencia que tenía con los profesionales, los 5 primeros me habían aumentado y los demás iban relativamente a la misma distancia, mientras quienes me perseguían no venían lejos, un grupo de 3, a casi 5 minutos, que podían ser más o menos, pues no sabía la hora a la que habían partido.

Retorne y aumenté el ritmo, aprovechando que era la única parte en la que se podía pedalear constante, al ingresar nuevamente al segmento de carretera destruida, la cabeza comenzó a jugar una mala pasada, diciéndome que no era necesario seguir arriesgando en las bajadas, así, me comencé a relajar y los últimos 10 km. los hice a sensaciones, ya que el Garmin de la bicicleta no aguantó más y se soltó; todo esto se vio reflejado en los tiempos, de ida hice 1:09 con un promedio de 269 vatios y 281 de normalizada con 145 pulsaciones de promedio y el regreso hice casi 1:14 con 252 de promedio, 264 de normalizada y un pulso de 141.

El pulso fue el claro indicador que no había ido a la intensidad que debía competir, para poner un ejemplo en Nariño monté a 271 vatios, 279 de normalizada y un promedio de 151 pulsaciones.

Con estos números perdí tiempo con los profesionales y con el grupo persecutor, que me descontó 4 minutos y, de no ser porque arranque de primero, me hubieran alcanzado, no lo sabía, pero ya no era el líder de las categorías.

Bajándome con las piernas más frescas de lo usual, me propuse hacer un buen parcial y cumplir con el objetivo de alcanzar a algunos de los profesionales, entre ellos a Eduardo, que según mis cuentas estaba a 5 minutos y se veía bien. El primer kilómetro salió en 3:43 y en la primera vuelta, de dos, no subió de 3:45, me sentía increíble y parecía que era el que mejor estaba corriendo en ese momento. Al finalizar la vuelta alcance a dos profesionales y más adelante a Eduardo, a quien animé y continúe con mi paso y propósito. 

Faltando 6 kilómetros, alcancé a dos profesionales ecuatorianos y, uno de ellos, Giovanny Mármol, se me hizo al lado durante los siguientes 4 kilómetros, se convirtió en un cabeza a cabeza, lo que me ayudó a que el ritmo no se subiera, hasta que, finalmente, pude dejarlo atrás y llegar en sexta posición, pero descontando los 10 minutos a los que partí, me ubique en quinto lugar de la general y primero de las categorías.

Viene la pregunta: ¿Qué tan lejos de los PRO estoy? En natación estuve a 18 segundos del mejor nadador, Andy Potts, que a diferencia mía no llevaba wetsuit, pero tenían la ventaja de ir en grupo, tengo la confianza que aún podría salir en el lote de punta. En ciclismo la pérdida de tiempo fue demasiado grande, 16 minutos con Potts y 10 minutos con el segundo, tercero y cuarto, creo que concentrado y con alguien de referencia, podría estar cerca de los 8 minutos, pues la ruta fue igual para todos. Corriendo hice un tiempo muy bueno, superando a Potts, que ya tenía controlada la carrera y puede que no haya apretado al máximo, el único que me superó fue Kevin Collington, quien corrió 4 minutos mejor. Al final perdí menos de 16 minutos con el primero y estuve a 10:42 de pódium, entendiendo que no fue una carrera con los mejores profesionales del circuito, a excepción de los dos primeros y, que varios de los profesionales en competencia, son élites de distancia olímpica.

Quedé muy contento con la preparación que llevo para Kona, sin tantos kilómetros en el trote, me encuentro en la mejor forma del año; en natación el trabajo es acertado y el énfasis ahora será el ciclismo, cuidando el balance para no perder en el trote.

Viene el último bloque de entrenamiento, en el que pretendo aumentar el volumen en ciclismo y carrera, mantener la natación y hacer un par de campamentos de entrenamiento en calor, para llegar a Kona con la tarea hecha y cumplir con este sueño aplazado.

En cuanto a lo laboral, seguir trabajando con Tempo, tanto en los planes de entrenamiento como en el evento de octubre y organizar el grupo de desarrollo y rendimiento que dirijo, apretar algunas tuercas y soltar otras. 

¡Gracias a todos los pupilos, se portaron de maravilla, tanto los colombianos como los ecuatorianos, nos vemos en la próxima!