Cuando me
inscribí a Manta tenía varios objetivos en mente: conocer en persona a mis
pupilos ecuatorianos, dirigir el campamento de entrenamiento en Guayaquil y,
por último, continuar la preparación con rumbo a Kona, pero al confirmar que
habría profesionales, surgió uno más: saber que tan cerca estoy de los PRO.
Los primeros dos
objetivos se cumplieron, sin contratiempos, en Guayaquil con el desarrollo del
campamento y los otros se debieron aplazar dos semanas, a causa del paro que
estaba viviendo Ecuador, afortunadamente este finalizó, pero en el intermedio
debí regresar a Colombia y viajar, nuevamente, pero esta vez sin mi familia.
Siempre he dicho
que la carrera de los grupos por edad y los PRO es diferente, en la carrera de
los profesionales se arranca como si fuera un evento sprint, en ciclismo la
regla del drafting es más estricta y
la distancia entre competidores es entre 12 a 20 m., dependiendo del evento,
versus los 10 m. de los grupos por edad, además la dinámica del ciclismo es
diferente, no es un paso constante, sino que hay ataques y cambios de ritmo, mientras
que la carrera a pie es muy similar en ambas clasificaciones.
Por estas
razones nunca me ha gustado comparar ambas competencias en una clasificación,
con eso en mente, decidí ubicarme de primero en la salida de natación y tratar
de hacer la carrera en solitario.
Esperando que
iniciara el evento, veía en primera fila como los profesionales se alistaban,
mientras mi mente me transportaba a esos
años en los que estaba allí, en primera fila, en los nervios y adrenalina que
se sentía y alcance a sentir nostalgia, por lo que sólo quería que dieran la
largada, que pasaran rápido esos 10 minutos (la diferencia entre la salida de
los PRO y los AG) y tratar de dar cazar, por lo menos a un par de ellos, no
sería fácil, pero sí posible, pues siendo mi fortaleza la natación, de seguro
saldría solo, haría un buen descuento, y de ahí en adelante continuaría la
persecución.
Dieron la
salida, me precipité al agua, fui entrando en ritmo y mantuve la sensación de
esfuerzo durante toda la natación, a pesar que el parcial del reloj de cada 500
m. marcaba un paso de 1:21/100 m., algo que no estaba en mis cálculos, pero
sabía que podría haber una corriente en contra imperceptible o que el GPS marcara
mal, así, la mejor estrategia era confiar en mi esfuerzo. Llegando a la playa,
vi un gorro naranja, que identificaba a los grupos por edad, adelante mío, lo
que me sorprendió, pero al acercarme me di cuenta que era Palmira Álvarez, la
única profesional que estaba compitiendo, y que el gorro era rosado, lo que me
animó, pues esperaba pasarla hasta los primeros kilómetros del ciclismo.
Los días previos
me habían repetido una y otra vez que la vía no era la misma de hace unos años,
aunque era la misma ruta, había caído en el olvido del Gobierno y estaba rota,
sin más reparos salí a rodar y los primeros kilómetros no me parecieron tan
malos, a lo que pensé “en Ecuador están acostumbrados a tener muy buenas vías,
lo que pasa es que no conocen las de Colombia”, pero a los pocos kilómetros, me
choqué de frente con la realidad, una vía dejada, pedregosa, llena de huecos y
resaltos, que ponían en peligro a los ciclistas en las bajadas e incomodaban en
las subidas.
Al kilómetro 35
ya había perdido un gel, la maleta de la comida (me tocó meter los geles en los
bolsillos), un porta caramañolas y la bici parecía que se fuera a desarmar.
Afortunadamente
esos siguientes 10 km., hasta el giro de retorno, estaban en condiciones
aceptables y logré aumentar la intensidad de nuevo y, llegando al retorno pude calcular
la diferencia que tenía con los profesionales, los 5 primeros me habían
aumentado y los demás iban relativamente a la misma distancia, mientras quienes
me perseguían no venían lejos, un grupo de 3, a casi 5 minutos, que podían ser
más o menos, pues no sabía la hora a la que habían partido.
Retorne y
aumenté el ritmo, aprovechando que era la única parte en la que se podía
pedalear constante, al ingresar nuevamente al segmento de carretera destruida,
la cabeza comenzó a jugar una mala pasada, diciéndome que no era necesario
seguir arriesgando en las bajadas, así, me comencé a relajar y los últimos 10
km. los hice a sensaciones, ya que el Garmin de la bicicleta no aguantó más y
se soltó; todo esto se vio reflejado en los tiempos, de ida hice 1:09 con un
promedio de 269 vatios y 281 de normalizada con 145 pulsaciones de promedio y
el regreso hice casi 1:14 con 252 de promedio, 264 de normalizada y un pulso de
141.
El pulso fue el
claro indicador que no había ido a la intensidad que debía competir, para poner
un ejemplo en Nariño monté a 271 vatios, 279 de normalizada y un promedio de
151 pulsaciones.
Con estos
números perdí tiempo con los profesionales y con el grupo persecutor, que me
descontó 4 minutos y, de no ser porque arranque de primero, me hubieran
alcanzado, no lo sabía, pero ya no era el líder de las categorías.
Bajándome con
las piernas más frescas de lo usual, me propuse hacer un buen parcial y cumplir
con el objetivo de alcanzar a algunos de los profesionales, entre ellos a
Eduardo, que según mis cuentas estaba a 5 minutos y se veía bien. El primer
kilómetro salió en 3:43 y en la primera vuelta, de dos, no subió de 3:45, me
sentía increíble y parecía que era el que mejor estaba corriendo en ese
momento. Al finalizar la vuelta alcance a dos profesionales y más adelante a
Eduardo, a quien animé y continúe con mi paso y propósito.
Faltando 6
kilómetros, alcancé a dos profesionales ecuatorianos y, uno de ellos, Giovanny
Mármol, se me hizo al lado durante los siguientes 4 kilómetros, se convirtió en
un cabeza a cabeza, lo que me ayudó a que el ritmo no se subiera, hasta que,
finalmente, pude dejarlo atrás y llegar en sexta posición, pero descontando los
10 minutos a los que partí, me ubique en quinto lugar de la general y primero
de las categorías.
Viene la
pregunta: ¿Qué tan lejos de los PRO estoy? En natación estuve a 18 segundos del
mejor nadador, Andy Potts, que a diferencia mía no llevaba wetsuit, pero tenían
la ventaja de ir en grupo, tengo la confianza que aún podría salir en el lote
de punta. En ciclismo la pérdida de tiempo fue demasiado grande, 16 minutos con
Potts y 10 minutos con el segundo, tercero y cuarto, creo que concentrado y con
alguien de referencia, podría estar cerca de los 8 minutos, pues la ruta fue
igual para todos. Corriendo hice un tiempo muy bueno, superando a Potts, que ya
tenía controlada la carrera y puede que no haya apretado al máximo, el único
que me superó fue Kevin Collington, quien corrió 4 minutos mejor. Al final
perdí menos de 16 minutos con el primero y estuve a 10:42 de pódium,
entendiendo que no fue una carrera con los mejores profesionales del circuito,
a excepción de los dos primeros y, que varios de los profesionales en
competencia, son élites de distancia olímpica.
Quedé muy
contento con la preparación que llevo para Kona, sin tantos kilómetros en el
trote, me encuentro en la mejor forma del año; en natación el trabajo es
acertado y el énfasis ahora será el ciclismo, cuidando el balance para no
perder en el trote.
Viene el último
bloque de entrenamiento, en el que pretendo aumentar el volumen en ciclismo y
carrera, mantener la natación y hacer un par de campamentos de entrenamiento en
calor, para llegar a Kona con la tarea hecha y cumplir con este sueño aplazado.
En cuanto a lo
laboral, seguir trabajando con Tempo, tanto en los planes de entrenamiento como
en el evento de octubre y organizar el grupo de desarrollo y rendimiento que
dirijo, apretar algunas tuercas y soltar otras.
¡Gracias a todos
los pupilos, se portaron de maravilla, tanto los colombianos como los
ecuatorianos, nos vemos en la próxima!