jueves, 16 de diciembre de 2021

IRONMAN 70.3 CARTAGENA: LA FIESTA DE TODOS




 

Ironman 70.3 Cartagena es sin dudas el triatlón más importante del país, había estado desde la barrera en tres oportunidades y, siempre, observaba como se vivía una fiesta para los triatletas y espectadores, esta vez no fue la excepción.

Hace una década era impensable un evento Ironman en Colombia y eran pocos los eventos en Latinoamérica para competir, el calendario se reducía a México y Estados Unidos, por lo que las carreras en el área eran más competitivas.

Esta pequeña introducción es para agradecer a los organizadores del Ironman 70.3 Cartagena por traer un evento, de esta talla a Colombia, pero con el mejor ánimo constructivo quisiera invitarlos a pensar en la importancia de los deportistas profesionales.

Sé que Wilber Anderson, organizador de Cartagena, cuando producía eventos en Miami y en otros países, como el MIT y el Ironman 70.3 Miami, le apostaba a que fueran los mejores a competir en sus eventos, entre ellos campeones mundiales como Bozzone, Cave, Raelert, Kienle, entre otros. Esto le daba estatus a la carrera, atraía patrocinadores, espectadores y atletas. Por el otro lado, también conozco que su socio, Edwin Vargas, fue atleta élite y sabe lo complicado que es hacer esto como profesión.

Para no ir muy lejos este año en Cozumel se ganaron la lotería teniendo, nada más y nada menos, que, al Campeón Olímpico, Christhian Bluemmenfelt, oportunidad que desperdició Texas, nunca se sabe quién pueda aterrizar en cada evento y Cartagena y Colombia merecen seguir siendo una gran vitrina.

Desconozco la razón para no incluir a los profesionales en esta edición, sé que tuvieron un comienzo difícil en 2016, cuando los líderes se perdieron y los organizadores debieron asumir su responsabilidad realizando dos premiaciones en efectivo, para quienes completaron la mayor parte del recorrido de carrera y quienes hicieron la mitad del recorrido, sin embargo, le siguieron apostando a los profesionales hasta 2019.

El domingo al escuchar a David Guete animándome (3ro en 2016 en una de las clasificaciones y 7mo en 2019), no podía parar de pensar que él debería estar corriendo y aprovechando la gran ventana que es el Ironman para así poder conseguir apoyos y continuar creciendo y dejando el nombre de Colombia en alto por el mundo.

De la misma forma otros atletas élites colombianos como Diana Castillo, quién ganó en 2017, Carlos Quinchará quién ganó el “corto” en 2016, Rodrigo Acevedo 3ero en 2018 o Alejandro Guzmán que no ha podido debutar como profesional, ya que no hay eventos en el área para los profesionales o los pocos que habían se cruzaron con los compromisos de sus Ligas y debieron conformarse con seguir el evento desde la casa o desde el andén, como David y Rodrigo, mientras que los grupos por edad nos robábamos los aplausos y en esta nueva era de influencers, los likes.

No estoy menospreciando el esfuerzo de los amateurs, su mejoría en los últimos años ha sido increíble y muchos de ellos han demostrado mayor constancia y mejores resultados que, incluso, algunos élites nacionales, lo que como Seleccionador Nacional me preocupa, pero me motiva para alentar a los entrenadores regionales a trabajar con mayor dedicación y pensar en metas ambiciosas, más allá de conformarse con cumplir con su instituto departamental de deportes cada cuatro años en Juegos Nacionales. Bueno, ahora si a la carrera…

De manera general la preparación entre el Ironman Texas y Cartagena fue buena. Dispuse de más tiempo para entrenar, los viajes de trabajo me permitieron seguir el plan o me adapté para poder hacerlo, eso sí, con una que otra locura, como salir del Aeropuerto de Palmira en una escala hacia Bogotá y correr por la carretera media maratón, pasarme unas toallitas húmedas y subirme al avión, para estar de regreso con mis princesas, a la final esta y todas mis locuras, especialmente en aeropuertos, no resultan un sacrificio o un castigo, prefiero mil veces correr sin agua, al sol del medio día, que sentarme a esperar en un aeropuerto.

El día de la carrera llegó sin mayores incidencias, el arranque era rolling start pero, esta vez, quería salir de primero del agua, así que esperé juicioso los más de 45 minutos en fila, que gracias a los demás participantes y sus historias se pasaron rápido. Salté de primero al agua y en el siguiente turno salieron los nadadores de los relevos, algunos de ellos ex nadadores de selección Colombia. Mi idea era pegarme cuando me pasaran y así sucedió apenas a los 100 m., Julio Galofre me alcanzó e inmediatamente fui a sus pies, sin embargo, la adrenalina me empujó a pasar a su lado y luego a partir, para buscar la punta en solitario, que pude mantener hasta el final de la natación.

Hice una transición rápida, quería seguir en punta el mayor tiempo posible, ya no era una sorpresa querer liderar de principio a fin, tal como había sucedido en el Nariño Challenge o en el Ironman Texas, esta vez era el plan de carrera.  Creo que liderar genera unas ventajas extras: escuchar al público, las sirenas de las motos y ver el carro líder mantiene la adrenalina alta, pero, en mi caso, saber que nuevamente Jineth y las niñas estarían en el kilómetro 3 del ciclismo, aceleraba el corazón y las piernas.

Pasaban los kilómetros y no me alcanzaba el relevo (que en mi opinión le quita el protagonismo a la carrera de todos los participantes que lo hacen de manera individual), hasta que fui alcanzado en el kilómetro 26. De ahí en adelante fui yo con mi soledad, pues el carro, las motos y los jueces se fueron con él, pero eso no me quitó la motivación, sabía que esto iba a pasar y ¨lideré¨ más de lo esperado.

Tenía algunos números en mente: promediar 265 vatios y 155 de pulso. El potenciómetro no bajó de los 300 vatios, hasta casi la mitad del ciclismo, que en esta ocasión fue más rápido porque el viento fue leve, todos estos números me sorprendieron, pues durante la preparación las sensaciones no eran las mejores, en contraste con la natación y la carrera a pie. Una vez en el retorno revisé la distancia y marcaba 44.2 km y me dije “bueno esta vez fue más corta”, lo cual no era cierto, los años anteriores también habían sido 88.4 kilómetros de recorrido de ciclismo.

De ida promedié 40 km/h., 150 ppm, 282 vatios y 288 de normalizada,  de vuelta fue más controlado, pero con la ayuda del viento y las bajadas registré: 41.3 km./h., 145 ppm, 253 vatios y 262 de normalizada, así que de regreso hacia la T2 la preocupación fue hidratarme bien, terminar la comida e intentar consumir entre 350 y 400 calorías por hora, para probar si era capaz de aumentar esa ingesta, como ejercicio para futuros eventos.

Entré a la transición y sentí ganas de orinar, lo que de cara al clima que se avecinaba, me mostró que había cumplido con la tarea de hidratarme mucho mejor que en otras ocasiones. No quería parar en el baño y mucho menos mojar los tenis, ya lo he hecho antes y no es buena idea, especialmente cuando toca empacar, así que corrí un poco más lento con la bicicleta en la mano mientras orinaba y en la transición me eché agua encima, esta vez fui muy divo, jajaja.

Salí a correr y lo primero que pregunté fue la diferencia con quienes venían atrás, pero nadie la sabía, el tracking de la aplicación estaba fallando, pero por mi tiempo acumulado,  asumí que debía tener buena ventaja.

Corriendo me sentía como en los bricks que había entrenado, muy fuerte. Estaba compitiendo por primera vez con tenis con suela de carbono y sentía como me ayudaban a despegar rápido del piso, lo que no sabía, pues sólo los había usado unas cuantas veces en Bogotá, era lo inestables que iban a ser en las curvas y la superficie de ladrillo y adoquines.

Así seguí corriendo, sin embargo, uno de los miedos previo a la competencia era perderme en el segmento de carrera pie, lo había vivido como entrenador de Quinchará y Guete en 2016 y nuevamente con Guete en 2018, por lo que los días previos revisé el mapa una y otra vez, intentando memorizar cada curva, afortunadamente, desde que salí a correr tuve una bicicleta guía, quién además de señalarme el camino, corregía a los espectadores y les avisaba que no iba de segundo, sino de primero en la individual, lo que me daba cierta alegría y risa, al mismo tiempo.

En el kilómetro 5 me crucé con Juan Aristizábal, quien me dijo que la diferencia era 7 minutos, que de vuelta aumentaría a 8, tiempo tomado manualmente y que no tenía en cuenta que yo había arrancado antes, pero que era suficiente para darme calma y seguir pensando en correr a un buen paso, pero sin estrés, pues sabía que tenía el tanque para aguantar.

La primera vuelta se pasó rápido y la segunda realmente la disfruté, traté de sonreír a todo aquel que me hacía barra, de animar si me salía la voz y de mantener un buen paso para bajar de las 4 horas, pues por intentar hacer más, terminé bloqueando el reloj y no sabía el tiempo total, sino sólo el de carrera a pie. A los 16 kilómetros me dijeron que tenía unos 10 minutos de ventaja y, de allí a la meta, lo disfruté aún más, porque sabía que nuevamente me iba a encontrar con mi familia en meta e iba a tener tiempo de darles un beso y, emocionado, lo hice, las besé y crucé la meta con la satisfacción de haberlo dado todo.

Después de la carrera mis amigos cercanos me molestaban porque les dije que no me sentía del todo conforme corriendo con atletas que tenían trabajo, hijos y no tenían todos los kilómetros que yo me había metido desde niño, pero no era de sobrador, ni más ni menos, es mi naturaleza competitiva: realista, exigente, de darme duro, a la final Jineth en su sabiduría me dijo: “claro que se te ve fácil, pero no era para nada fácil pararse a las 4 am, rendir en el trabajo, seguirle la cuerda a dos niñas pequeñas, cumplir con las cosas de casa y, además, sacar adelante todo el entrenamiento, disfrútalo, porque todo lo difícil lo hiciste antes de pararte en la línea de salida.”

Esto sólo para decirles que, si hacen esto por salud, por amor al deporte, por hobby, el puesto debe ser secundario, porque el único rival a vencer es usted mismo. El rival es la persona en el espejo, la que madruga y hace peripecias con su tiempo para cumplir con sus metas, al mismo tiempo que saca adelante todas las obligaciones de la vida real.  No se pueden sentir menos porque les gana alguien, un conocido, amigo o compañero de entrenamiento y, mucho menos deben compararse  con otros que han tenido otras oportunidades, que conocen este deporte desde hace mucho o con atletas que, a pesar, de llamarse amateur, tienen la oportunidad de entrenar en cualquier momento del día, sin tener que cumplir un horario de oficina, que viven del triatlón y que su trabajo es entrenar, comer, recuperarse y trabajar en sus redes.

Felicidades a todos los que se pararon en la línea de salida del Ironman 70.3 Cartagena, la recompensa está en la tranquilidad de sus corazones.  Haber llegado ahí fue un gran reto y terminar la competencia, sin importar el resultado, todo un privilegio.

Ahora sí que vengan los buñuelos y la natilla!

Por último y para culminar quisiera invitar a los organizadores a proponernos dos tareas en aras de que este evento y el triatlón en Colombia sigan creciendo:

1.       Abrir las puertas a los deportistas profesionales o élites, pues necesitamos una Mariana Pajón o un Nairo Quintana del triatlón, para que este deporte realmente despegue hacia el alto rendimiento en Colombia.

2.       Invitar a las marcas y patrocinadores a apoyar no sólo a quien tenga más seguidores en Instagram, sino a quienes demuestren resultados en los procesos de desarrollo y rendimiento, a la final el aficionado termina creyendo en quien rinde y da resultados, aun cuando compre e invierta en su propio material, que en quien promociona un producto, sólo porque recibe un incentivo por hacerlo.

Me pongo a disposición para aportar mi experiencia en beneficio del deporte que amo.

 


miércoles, 15 de diciembre de 2021

Ironman Texas 2021: Buscando El Balance









 

Complicado arrancar a escribir un blog de una carrera que sucedió hace dos meses, más cuando se acaba de terminar el 70.3 de Cartagena… Espero que no se me crucen las historias.

En realidad, hacer un Ironman no estaba en ningún plan, en noviembre de 2020, me inscribí a Cartagena, por ser el triatlón más importante de Colombia, porque con toda la incertidumbre por la Covid-19 parecía que era un evento fijo y se podían hacer planes con tiempo, además de la facilidad de competir en el país y que mi familia me pudiera acompañar.

Con ese objetivo en mente 2021 inició y continué entrenando, aprovechando el empujón que me había dado la pandemia; ya a mitad de año, pude competir en el Nariño Challenge, carrera que me gocé de principio a fin y que despertó el hambre por competir. En medio de la premiación y sin pensarlo mucho dije a mis 40 años quiero correr un Ironman de nuevo, finalmente nunca quise retirarme con una tarea inconclusa (Mi último Ironman en 2014 me retiré no sólo del evento sino del deporte).

Después de anunciarlo, Sergio Gómez, organizador del Nariño, en su estilo miro a Jineth, mi esposa, y dijo algo como “ya veo a Jineth teniendo un déjà vu”, también la miré, y entendí que una vez más y, como siempre, me iba a apoyar, sabiendo que no iba ser fácil balancear trabajo, familia y entrenamiento.

Desde ese mismo momento el día a día se transformó para para seguir cumpliendo con mis responsabilidades laborales, lo que significó madrugar para entrenar primero que los pupilos, o esperar para entrenar después o en ocasiones colarme en los fondos de ciclismo, transición inmediata y estar para mis hijas, intentando desconectarme lo que más pudiera del celular para completar algunas labores administrativas y de planeación que conlleva ser seleccionador nacional de triatlón y entrenar a algunos atletas de grupos por edad, quienes también buscan ser su mejor yo y están buscando su propio balance.

Las semanas previas, al igual que antes del TNC, tuve viajes de trabajo, que con ajustes y algo de flexibilidad supe sortear. Finalmente viajamos a Texas con mi familia y tuve la oportunidad de visitar a mi cuñada, su esposa, al negro y su familia, quienes se encargaron de armar una tremenda logística para ayudarme con las niñas y todo el tema de organización previa a la carrera, que cómo ustedes saben o se imaginan puede ser complicada, especialmente, en un Ironman.

Mi estrategia de carrera era simple, no arrancar de primero en natación, sino salir a los 4 o 5 minutos que iniciara el rolling start (no es salida masiva, sino que salen 3 atletas cada 3 segundos), para aprovechar mi fortaleza en natación y, así, salir del agua acompañado y no rodar en solitario, pero calcule mal los tiempos. Estaba quedándome en Houston a unos 45 minutos del lugar de carrera, me perdí y terminé parqueando muy lejos, por lo que tuve que caminar/correr durante unos 20 minutos para llegar al parque de bicicletas, y de allí debía correr nuevamente hasta donde iniciaba la prueba, que estaba a unos 2 km. Finalmente llegué, fui por última vez al baño, y me adelanté lo que más pude en la fila de inicio, tanto que no calcule bien, y salí sólo 2 minutos atrás de los primeros.

Comencé a nadar a un ritmo moderado, mientras entraba en calor y pasaba gente, hasta que a los 800 m. alcance al primer grupo, unos 10 atletas, y a los 1200 m. al líder, y desde allí fue un monologo. Continué a un paso moderado, por debajo de mi umbral, entre 150-160 pulsaciones por minuto.  El recorrido era un rectángulo de 2500 m. y de allí se debía girar hacia la derecha a  un canal por 1300 m. Terminando el rectángulo comencé a sentir una molestia en el flexor de la cadera, yo pateo únicamente con la pierna izquierda, y este se estaba cargando porque llevaba mucho tiempo sin nadar en aguas abiertas por tanto tiempo, adicionalmente el agua del lago se sentía pesada, lo único que pensé en ese momento fue que ya a mitad del ciclismo ni me iba a acordar de esa sensación, así que ¨solo mantén el paso¨. Al salir del rectángulo y girar a la derecha, el sol era tan brillante y directo, que me perdí por unos pocos metros y le tuve que decir al voluntario del kayak que me guiara hasta el canal.

Apenas entre al canal, fue una alegría ver a la negra, Sonia la hermana de Jineth, corriendo al lado y gritando, pues sabía que estaba grabando para enviarle los vídeos a Jineth, quien estaba pegada del celular esperando en la casa, para llegar al atletismo, el evento es demasiado largo para tenerla a ella y a mis dos chiquis (5 y 1 año) esperando en el lugar de carrera.

El salir del agua fue emocionante, escuchar al locutor, el mismo que alguna vez me había nombrado cuando era profesional, decir mi nombre completo, junto a la palabra líder. Hice una transición rápida, me monté en la bici y, fue la primera vez que pensé en ganar, que debía administrar las fuerzas y ser inteligente, que era más importante ganar, que el tiempo de carrera, finalmente esto es triatlón, el tiempo es algo secundario si se llega en primera posición.

Hablando de porque iba en primera posición, hago un paréntesis para contarles que cuando, a mitad del año, decidí inscribirme a Texas, con la idea de correr Kona en mi cumpleaños número 40, aún no se sabía si habría profesionales, lo escogí porque tenía donde llegar, viajar a Houston no es tan costoso, era de los pocos Ironman que aún no estaban vendidos, coincidía con mi cumpleaños y no se cruzaba con ninguna carrera de la Selección Colombia, es decir todo se había alineado de manera perfecta.

Volviendo a la carrera, el ciclismo no era el mismo que había hecho en 2013, este era plano, rápido y aburrido, comenzaba con una ida y vuelta, donde pude ver por primera vez al segundo, le llevaba cerca de 5 minutos, no recuerdo bien, y a los 25 km. se entraba a la autopista y se hacían dos vueltas de 65 km. aproximadamente, donde de ida el viento era en contra y de regreso a favor, aquí mi estrategia fue ir por pulso y no por vatios, al ser tan largo, la lucha era no bajar de 145 pulsaciones e iba a un promedio de 260 vatios, cumpliendo esto durante la primera vuelta. En la segunda vuelta llevaba una diferencia de unos 7 minutos, así que nuevamente pensé que prefería ganar sobre el tiempo, y me regule un poco, y, finalmente, en el último regreso ya con el viento a favor, fue complicado concentrarse y no caer en la comodidad, así que me enfoque en subir de 140 pulsaciones, sin embargo, el promedio de pulso fue 135, y por lo tanto también bajo la potencia, unos 220 vatios.

El bajar el esfuerzo se convirtió en parte en estrategia, pues si seguía empujando podía ganar de 3 a 5 minutos, pero si me pasaba, podía perder eso y más en un sólo kilometro de carrera a pie, que siempre fue mi talón de Aquiles, en el Ironman. Cuando era profesional, siempre me fue mejor en 70.3 qué en el full, ya que la segunda mitad del atletismo, me moría, no podía mantener el paso, en gran medida por mi técnica de carrera, salto mucho y tengo una cadencia demasiado baja, es decir corro a fuerza, y por más que lo trabajé, al igual, que el baile, no pude mejorarlo, y por otra parte porque aún no había corrido suficientes Ironman.

Después de 4 horas y 41 minutos toqué tierra, y sentí como el calor y el cansancio me asechaban, tampoco fue buena idea el casco cerrado para un full, pero como me dio por verme bien, sobre la comodidad, la iba pagando, la cabeza se sentía como en una burbuja. Mientras me cambiaba recordé que el primer kilometro siempre sale solo y que debía frenarme, no emocionarme y ser conservador, tratar de extender esa sensación el mayor tiempo posible, y pensar en el kilometro a kilometro y no en todo lo que faltaba.

Salir de la transición y ver por primera vez a las niñas y a Jineth fue emotivo, al igual que pasar por el primer control de tiempos y saber que mis amigos y pupilos que seguían la carrera se iban a alegrar al saber que iba liderando. El recorrido son tres vueltas, es bastante trabado, caliente y por partes muy solitario, aunque por el camino varios latinos me apoyaban y se emocionaban al ver a un colombiano en punta. La primera vuelta estuve en control, corriendo parejo entre 4:10 y 4:20/km. En la segunda vuelta el paso se comenzó a subir paulatinamente, y sólo pensaba en pasar de nuevo por donde estaban mis amigos y familia, por el gusto de escucharlos animarme y también saber las diferencias, al bajarme a correr llevaba cerca de 7 minutos y en la primera vuelta me habían recortado 1 minuto, 6 minutos parecen mucho, pero en un Ironman, basta con caminar para perder, cualquier diferencia, en un par de kilómetros, además había tenido un par de kilómetros a paso cercano de los 5 minutos, que si no aceleraba me podían alcanzar, digo podían, en plural, porque eran tres quienes habían estado turnándose el segundo puesto.

Fue salir para la tercera vuelta cuando las piernas no quisieron seguir, se pararon en un pequeño falso plano, y la cabeza comenzó a dudar, a pensar “bueno un segundo puesto no es malo…”, pero luego reaccionaba y me decía: “no pude haber liderado por más de 7 horas y media, para botarlo todo en la última hora” y volví a correr, entre el kilometro 29 y 34 tuve varias crisis, y trate de caminar sólo en las estaciones de hidratación, para reabastecerme y refrescarme para bajar la temperatura, hasta que algo dentro de mí dijo “es sólo dolor, es temporal, se va a acabar en algún momento y tus hijas te esperan para verte cruzar la meta en primer lugar”.

Así que hice lo que nunca antes había hecho en un Ironman y fue reponerme y comenzar a acelerar, cada kilometro era eterno y en momentos quería ver a los conocidos de nuevo y en otros no, pues no quería verbalizar que me sentía mal, afortunadamente ellos se fueron a esperarme a meta. En el último giro en U, faltando 1 km. a meta, del afán me devolví antes, y tuve que retornar de nuevo, no más de 15 m., pero dolieron. De regreso alcance a ver al brasileño, quien había dejado al estadounidense, estaba a unos 7 minutos atrás, así que me dedique a disfrutar de ese último tramo.

Entrar al túnel de meta fue indescriptible, buscaba a mi familia, pero era tanta la gente que no los vi, lo que si vi fue esa cinta blanca, era mía, era de todos aquellos que me apoyaron con mi trabajo, entrenamiento y que con palabras y hechos me habían hecho la segunda para cumplir este sueño aplazado, clasificar a Kona.

Cuando me retire en 2014, pensé que nunca correría en Hawaii, desde niño había visto todos los mundiales, todos los directos, sabía quién había ganado, y sobre todo quién había liderado la natación, hacía cuentas y pensaba que ese podría ser yo, pero las cosas no son siempre como uno las sueña, después de retirarme no he vuelto a ver la transmisión de Kona, no podía, era triste, pensaba que la única forma de verlo, sería en vivo, acompañando a alguno de mis pupilos, pero la vida y la pandemia me dieron otra oportunidad, quizás no como lo soñé, corriendo como profesional.

Cuando aterrice en la isla grande junto a mi familia, no se si sea capaz de contener las lágrimas.

¡Aloha!

lunes, 14 de junio de 2021

¡Felicidad! Nariño Challenge 2021

Ver esas caras de alegría, aunque suene a comercial de televisión, no tiene precio. 

Fueron 7 años para volver a disfrutar de un evento de larga distancia, la historia de por qué lo dejé ya la conté varias veces, pero ¿Por qué regresé? Primero no regresó el PRO, es decir, no regresé de la misma forma, ahora no es mi profesión, es mi hobby, mi refugio, mi escape y mi estimulante diario, para cumplir con mi profesión actual, ser entrenador. 

Regresé por la pandemia, antes de esto, no llevaba ningún plan estructurado, trataba de hacer algo en el día, un trote de media hora antes del entrenamiento de los pupilos o un fondo de contrabando con los junior y élite. La llama por competir aún no se encendía, y las oportunidades para hacerlo, no se presentaban, ya que debo estar con mis cinco sentidos en las carreras nacionales e internacionales, como entrenador y seleccionador nacional. 

Con las restricciones de entrenamiento del año pasado, como muchos entrenadores, comencé a dirigir entrenamientos por Zoom, y al mismo tiempo, me subía a la bici y entrenaba en el simulador, con todo esto comenzaron a aparecer carreras virtuales de ciclismo por Zwift, organizadas por @thenarinochallenge, que finalmente avivaron la llama de la competencia, así fuera virtual. 

Con este empujón, me organicé y comencé a entrenar un poco mas estructurado, haciendo locuras a la par de mis pupilos, como nadar amarrado en una piscina inflable…en Bogotá, con lo malo que somos los rolos para el agua fría o correr en círculos en la terraza. 

Finalmente, las restricciones para entrenar cedieron para los atletas, pero irónica o lógicamente, comenzaron para mí, pues debía organizarme para no interferir con los entrenamientos de los pupilos y las labores de papá, pero gracias al apoyo de @jinethcuevasr pude continuar con el impulso y participar en el primer evento “real”, el Colombia Challenge y de paso hacer una que otra locura como un 70.3 en Guatavita, junto a @pablogomezborrero y hasta correr en los pasillos de los aeropuertos para no perder la forma a menos de dos semanas del Nariño 2021. 

Del #NariñoChallenge 2021 les puedo decir que me los disfrute de principio a fin, tenía algo más de 4 horas por delante, para sólo pensar en mí, en como sentía mi cuerpo, como controlar la emoción y no irme a pasar de revoluciones, y, por supuesto, evaluar todos los escenarios para no dejarme alcanzar. Siendo honesto no esperaba ese resultado, pero si estaba dispuesto a dar la batalla para lograrlo y estaba dispuesto a ponerlo en palabras y hechos, porque estos 7 años fueron sólo de sequía deportiva, porque estuvieron llenos de aprendizaje, desde el otro lado de la barrera, fue fundamental entender que no hay un plan de entrenamiento perfecto y cumplir uno al 100% es imposible, siempre se podrán hacer ajustes, ser flexible y sacar el mejor provecho del mucho o poco tiempo con el que se cuente … si lo hay para leer esto. 

Aprendí muchas más cosas, pero para no aburrirlos lo resumo así: muchas veces no es el entrenamiento, es que tanto estamos dispuestos a invertir para lograr un objetivo. Desde que me inscribí estuve dispuesto sólo a dar me mejor esfuerzo por mis pupilos y mis hijas, para que vieran que con disciplina se logran los objetivos, pero que no es necesario esperar 7 años para entenderlo, que deben aprovechar el ahora, pero sobre todo disfrutar el proceso, el día a día, finalmente esto es sólo deporte. 

Felicitaciones a @aguzmantri y gracias por su entrega, fue gran parte de mi motivación para dar lo mejor, desafortunadamente no podemos controlar cuando y como nos enfermamos, es parte del deporte, pero lo más importante es que nunca se echo para atrás o lo tomó como excusa, salió a ganar, además por el valiente paso que dio al ingresar a la categoría Elite, el primer eslabón para una carrera como profesional de este deporte, de pronto no es el camino más sencillo, pero de seguro el que le dejará grandes lecciones y satisfacciones. 

Además Felicidades a @valentinadanna por ese carreron y la entrega diaria, por intentar día a día ser su mejor versión, dándolo todo y a pesar de todo. 

Gracias @juanaristi y @s_gomez_a por darle el hacha al #Leñador 

Fotos @saffetti 

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