Los planes para 2023 incluyeron Lima, cómo el evento al que viajaría para acompañar al equipo a lograr sus objetivos, me inscribí en enero, con eso en mente, y para mantenerme activo, mientras desarrollaba, a la par, otros proyectos, uno de ellos consumiría mucho tiempo, dinero y energía, pero está tomando más tiempo de lo esperado y que inicie no depende de mí, sino de factores externos, por lo que me dije: “entrenar mientras se pueda de la mejor manera” y así fueron pasando las semanas, se iban acumulando kilómetros y el cuerpo respondía.
El primer test fue el estándar plus de Endurance
Challenge en Barranquilla, donde me sentí bien nadando, en bici un poco
quedado, promedié 250 vatios y tuve una potencia normalizada de 264 en los 60
km. y corriendo en control y con tanque para aguantar, promediando un paso de
3:52/km. en los 15 km.
Así, finalmente, llegó la hora del viaje y una
vez en Lima los entrenamientos en grupo y la camaradería hicieron que el
ambiente se prestará para tener unos días previos sin problemas, poder
descansar, comer e hidratar según lo que acostumbro.
El día previo a la carrera nadamos sin wetsuit (por
la hora en la que nadamos) y me sentí a gusto, suelto y rápido, sin embargo el día
de carrera las condiciones eran distintas e ir con wetsuit fue la decisión, una
vez dieron la salida, sentí los hombros apretados por el traje y el trisuit, se me complico hacer un buen recobro aéreo,
aparte de ello, no me lograba ubicar, sentía que el mar me tiraba de lado y me
tocaba corregir cada 4 o 5 ciclos de brazada, finalmente salí del agua y vi que
el reloj marcaba algo más de 26 minutos, no había sido una buena natación y si
quería ser top 10, debía apretar.
En el ciclismo me sentí fuerte desde el inicio,
vatios altos y frecuencia cardíaca (FC) controlada, esto ayudado con un asfalto
en buenas condiciones y un terreno prácticamente plano. Mi referencia más que la
potencia, es tratar de no bajarme de 150 pulsaciones, lo logré en la primera
vuelta, en las otras dos por ratos lo conseguía y por ratos me desconcentraba
viendo que tan lejos iban los pros. En la primera vuelta promedie 151
pulsaciones, en la segunda 145 y en la tercera 144, en las tres el paso fue
similar, a pesar que en la primera moví más vatios, siendo la tercera la más
lenta, en cuanto a potencia promedie 260 y la normalizada fue de 268, aún no mi
mejor forma, pero si mejorando en relación a Cartagena 2022 y Barranquilla.
Al bajarme a correr, las sensaciones también
fueron buenas, me sentía con energía, gracias a que hice la tarea de consumir las
2.5 caramañolas con Isocarb, que son 150 gr. de carbohidratos, además de 2
geles de 30 gr., para un total de 210 gr., promediando, así, 93 gr. por hora.
Los dos primeros kilómetros salieron muy fáciles,
tenía la motivación de ir primero en las categorías, con cerca de 3 minutos de
diferencia, tiempo que quería aumentar y, haciendo cuentas en la cabeza, iba en
la posición 12 de la general, el objetivo, ahora, era mantener el paso por
debajo de 3:50/km. y alcanzar físicamente a algunos profesionales.
Presione y presione, para mí es más fácil
controlar la intensidad corriendo que sobre la bici y, finalmente, lo logré,
pasé a tres profesionales en la segunda vuelta y me ubiqué como el mejor grupo
por edad y noveno en la general.
Fue un buen test para The Nariño Challenge, ya
que, a diferencia de otras ediciones, el sol se dejó ver en Lima y la
temperatura estuvo sobre los 26°C, lo que me continúa llenando de confianza
para mantener un buen ritmo en el calor.
Si, se lee rápido, parece que fue cuestión de
trámite, pero todos los que hacemos triatlón sabemos que lo más complicado no
es la carrera, sino cumplir el día a día, sea un entrenamiento divertido, algo
de series o uno monótono y largo, a la final lo que dará resultado no será una
sesión mágica, sino la suma de cada una de las sesiones, por improductiva que
parezca.
Aprovechando lo corto del blog y la
coincidencia con la noticia del caso de dopaje de Collin Chartier, quisiera
escribir y dejar mi opinión al respecto: Lo primero es que noticias como estas,
que poco se ven en el triatlón, nos recuerdan que el dopaje si existe en este
deporte.
Desde siempre he detestado el dopaje o
cualquier tipo de trampa en el deporte, me carcome por dentro, saber que hay
atletas por ahí que por x o y circunstancia justifican su uso, no lo entiendo y
mucho menos comprendo cómo pueden validar para sí mismos sus victorias y, con
este último caso, queda comprobado que puede ser cualquiera, el tipo más buena
gente, como por ejemplo veía a la distancia a Chartier o el más arrogante, como
pudo ser Armstrong.
Desde pequeño escuche rumores acerca del dopaje
en triatlón, pasando por entrenadores que se vanagloriaban de lo mucho que
aguantaban sus atletas después de una dosis, hasta cuando la misma Federación
no aplicó las sanciones correspondientes, a los pocos atletas que daban
positivo o eran negligentes en estos procesos, como ocurrió recientemente con
un ex triatleta que se pasó a otro deporte y terminó en los olímpicos, sin
tener un proceso claro de castigo, no por su culpa, sino por la misma
negligencia de la Federación.
En los 90´s e inicios del siglo, los triatletas
en Colombia eran vistos como tramposos por practicantes de otros deportes como
la natación, el triatlón era muy cercano al ciclismo y al patinaje y,
lamentablemente, algunos cayeron es este tipo de prácticas, pero era un tema
del que varios atletas y entrenadores hablaban abiertamente; por la misma época
en las bicicleterías ofrecían abiertamente supuestos productos milagrosos o la
famosa pichicata, esos años fueron frustrantes para mí, fue el momento en el
que decidí alejarme del tri por un par de años (esa no fue la única causa) y
enfocarme en la natación, finalmente regresé pero con una idea en la cabeza: Puede
que nunca gane, pero seré mi mejor versión y, si esta versión no es lo
suficientemente buena, la aceptaré y celebraré porque es mi 100%, mi propia victoria.
Por denunciar me he ganado enemigos, insultos,
demandas y hasta golpes me han dado, pero es un tema que de verdad me lastima, sin
embargo, con un poco más de madurez, serenidad y con dos niñas a cargo, he
venido entendiendo que, en Colombia, para muchos, el todo vale esta incrustado
en el subconsciente, lo cual duele, pero, aun así, he preferido creer en mis
capacidades como entrenador para sacar lo mejor de cada atleta, entendiendo que
el camino en el rendimiento es durísimo y no es para todos.
Todo esto, también, gracias a la oportunidad
que tuve de haber sido parte de un equipo profesional, viendo, de primera mano,
cómo entrenaban campeones mundiales de Ironman y medallistas olímpicos, eran
entrenamientos brutales, largos y monótonos, que se repetían semana a semana, al
mismo tiempo veía como otros muchos, como yo, llegaban, se quemaban y no
aguantaban el ritmo, dejándome de enseñanza que la disciplina y el talento,
también, son componentes del entrenamiento, tienen que existir para que este
tipo de planes funcionen, así que romantizar que sólo con disciplina se triunfa
o sólo porque lo soñé lo voy a lograr, no es del todo cierto, no todos nacemos
para ser campeones mundiales, pero si para desarrollar todo nuestro potencial.
Resulta paradójico, pero revelar esta gran
verdad a varios pupilos ha sido un choque, hablarles claro de lo que necesitan
poner en juego, el entrenamiento y los sacrificios que deben asumir los ha
colocado en situaciones incómodas, que los ha molestado y, los entiendo, no es
fácil. Hoy en día pasa con los noruegos, todos quieren ser como ellos, pero
nadie quiere renunciar a su vida social, a tener novi@, a tener que vivir
de campamento en campamento (sin lujos ni una vida glamurosa), a pasar de una
sesión a otra como un robot, pero si quieren la gloria y el reconocimiento.
Con todo esto lo que quiero dejar en claro es
que no está bien señalar a nadie sin las pruebas correspondientes, sólo porque
no somos capaces de entrenar o vivir de la forma que ellos lo hacen o,
simplemente, no tenemos el talento físico que ellos tienen, pero tampoco está
bien doparse, ni justificar el dopaje porque “todos lo hacen”.
El doping es el acto más egoísta que existe, quien
lo hace no valora a sus competidores, sólo le importa su bienestar y su
victoria a toda costa, no le interesa arrebatarle el triunfo a alguien que pudo
haber pasado por crisis, depresiones, accidentes o lesiones, pero se levantó
una y otra vez y se hizo más fuerte para seguir luchando con sus propios
medios.
La victoria no puede ser el único fin del deporte,
el deporte es formativo, debe educar en valores y, el deporte de rendimiento, a
pesar de ser despiadado y cargar con una gran sombra de trampa, tiene que
inspirar al ser humano a romper sus límites.
El positivo de Chartier, finalmente, me parece
positivo, valga la redundancia, hablando de un deporte que no tiene muchos
casos de dopaje conocidos, porque quiere decir que existe algún tipo de
control, que aún es mínimo y permite salirse con la suya a muchos.
Hoy frente a una pantalla y queriendo obviar
estas noticias, espero con ansías las grandes del ciclismo y todos los eventos
deportivos, siendo ingenuo y pensando que todo es posible lograrlo de forma
¨natural¨, a punta de esfuerzo, disciplina, una dosis de talento, sacrificio y
entrenamiento, que esa es la única fórmula.