miércoles, 6 de diciembre de 2023

Ironman 70.3 Cartagena 2023 #LastDance

 

Repasando vídeos, fotos y mensajes para comenzar a escribir este blog con una alegría enorme por el resultado del fin de semana, pero especialmente por todas las personas que me apoyan, que se emocionan por mí y que me dicen que las inspiro, esto último no esperaba lograrlo, gracias a estos 3 últimos años me reconcilié con mi amor de toda la vida, han sido maravillosos y me permitieron poder, hoy, despedirme con una sonrisa.

Al escribir esto se me aguan los ojos: conocí el tri a los 8 años y lo he amado y odiado, lo he vivido desde adentro y desde la barrera, lo he disfrutado y también lo he sufrido, he gozado con los triunfos y he batallado con las derrotas, que han sido muchas más, he tenido tuzas (casi todas como entrenador) y he intentado con el ejemplo inspirar, especialmente, a mis hijas, para que hagan del deporte una parte de sus vidas, sea cual sea el deporte que escojan y el nivel en que lo practiquen.

Faltaría a la verdad si dijera que volví por ellas o por otros, realmente regrese al triatlón por mí; hace 9 años le dije adiós, quedándome con una carga emocional enorme, me retire como nunca lo había hecho, en medio del Ironman de Cozumel terminé mi carrera profesional a los 60 km. de la bici, refugiándome en la ducha de mi casa (en ese momento vivía en la isla) y lloré, lloré por lo que no había sido, en ese momento no entendía que había pasado, sólo que llevaba varios meses batallando para salir de la casa a entrenar, cuando corría se me paraban las piernas y tenía que regresar caminando; años más tarde aprendí que no escuche a mi cuerpo, creyendo que por hacer más obtendría lo que soñaba, cuando debía estar haciendo menos y, finalmente, había cavado mi propia tumba deportiva.

Durante ese periodo de transición de profesional a entrenador a tiempo completo, paulatinamente, fui dándole una nueva oportunidad al deporte, ya lo he contado en otros blogs, sin embargo, para quienes no lo saben, la pandemia me dio una nueva oportunidad y fue la excusa para regresar a entrenar estructuradamente, requiriendo organización, sacrificar tiempo familiar y laboral y poniendo en el cuerpo horas de entrenamiento.

En ese momento no tenía un objetivo claro, sólo volver a competir de nuevo: ¿qué podría pasar? me inscribí al 70.3 de Cartagena de 2021 y como dicen por ahí: el resto es historia, pude cumplir con el sueño de competir en Kona, gané algunas carreras y me acerqué a mis tiempos de profesional.

Ahora la pregunta se transformó en ¿hasta cuándo?, nunca he sabido la respuesta a esa pregunta, pero tampoco quería que fuera indefinido, ya no vivo de mis piernas, sino de mi trabajo como entrenador, que es una de mis pasiones, especialmente quiero usar lo que sé y toda la experiencia que tengo para llevar a una nueva generación de atletas jóvenes hacia el alto rendimiento y esto requiere tiempo, mucho tiempo, a un niño no le puedes únicamente mandar un plan, hay que estar en el día a día, educarlo como atleta y como persona.

Sin embargo, el problema con los programas de desarrollo, es que, en Colombia, especialmente en Bogotá, es muy costoso, por dar un ejemplo: sólo tener un espacio para nadar todos los días, se puede llevar el doble de una mensualidad, por lo que la mayoría de clubes prefiere centrarse en los adultos.

Así, uno de los retos que tengo en mente y uno de los proyectos (el otro, va a requerir un poco más de tiempo y no depende únicamente de mí, sino del factor económico) que me trasnocha y me obliga a hacer un alto en el camino, para buscar soluciones o alternativas que me permitan consolidar un grupo de atletas a quienes guiar en este largo proceso, apoyándolos con todo lo que este sueño requiere, sin que esto signifique que dejaré de entrenar, simplemente el foco será otro, más bien utilizaré el deporte, especialmente este que tanto que tanto amo, para oxigenar la mente y el cuerpo y si se me atraviesa un reto por ahí, hacerlo sin presiones.

Desde ahora sé que no será fácil el día que abran las inscripciones de Cartagena 2024 y no me inscriba.

Bueno, vamos ahora sí, con el resumen de carrera:

Este año fue largo, cometí el error de iniciar muy temprano, solo descansé una semana, para seguirle el paso a los junior y élites que comenzaban su preparación hacia Juegos Nacionales y ya a mitad de año, sentía que no era fácil mantener la intensidad hasta diciembre.

A diferencia de otros años solo hice una pequeña adaptación al calor la semana previa a la carrera y, desafortunadamente, llegué con una gripa que me duro hasta el viernes, nada grave, pero me preocupo en su momento.

La noche previa a la carrera dormí bien, me levanté a las 3:30 am comí algo pequeño, corrí mis típicos 10 minutos, volví a desayunar, al baño y terminar de organizar las cosas para la carrera.

Ya en el muelle para la salida, con el permiso de muchos, logré llegar al “corral” de 25 minutos y salir de primero.

Salimos muy puntuales a las 6:15 am, arranqué fuerte y en la primera boya, error mío por seguir las indicaciones del locutor y no tener presente que era en las boyas rojas (las segundas) gire a la izquierda, rápidamente fui alertado de mi equivocación, rectifiqué y llegué de primero a las boyas de giro, voltee y el sol, como esperaba, pegó con fuerza, no se podía ver, entonces busque un punto de referencia externo y me guie por los edificios en el horizonte, ya que el resplandor del sol era enceguecedor y no había kayak guía.

A los 400 m. sentí que alguien me tocaba los pies, a lo que pensé, voy muy lento, me están alcanzando y recordé que Daniel Ortega, nadador del equipo de relevo de Garmin, había salido unos segundos detrás, un alivio pues creía que había llegado ayuda. Daniel se iguala a mi paso, pero durante 100 m. se mantiene al lado, a lo que decido apretar, para que el paso no se caiga. Finalmente, la boya de giro, volteo y veo la boya naranja al otro lado, ahora se puede ver y es cuestión de mantener el rumbo, lastimosamente, ese fue mi segundo error, esa no era la boya y solo me doy cuenta cuando una moto acuática me avisa y tengo que retornar a la boya correcta, preciosos segundos que perdí e hice perder a quienes me seguían a la distancia.

El último tramo apreté un poco más hasta salir del agua en primer lugar, seguido de Daniel, que rápidamente me sobrepasa en la corrida a la zona de transición. Hago una transición rápida y salgo a unos segundos del relevo, que me deja en los primeros metros, mientras me pongo las zapatillas, de allí en adelante, de nuevo solo, como en años anteriores, ni una moto de compañía, a excepción de las que venían en contravía.

Hasta los 20 km. todo en orden cuando el potenciómetro no quiso funcionar más, venía fallando, pero siempre se arreglaba para las carreras, pero esta vez ya no dió y me quedé a punta de sensaciones, iba marcado entre 260 y 290 vatios, que era el objetivo, por lo que traté de mantener esa sensación y el pulso por encima de 150, sin olvidarme de tomar y comer, plan que logré cumplir con 2 botellas de Isocarb de 60 gr., 1 de hidratante de 30 gr. 3 geles isotónicos de cafeína de 20 gr. y 1 liquid gel de 30 gr. Es decir, unos 100 gr. de carbohidratos y un litro por hora.

Para quienes han competido en Cartagena saben que el único punto de referencia es en el giro a los 45 km. (anteriormente a los 44 km.), y para quien va liderando es, finalmente, la oportunidad de tener noticias de lo que esta pasando atrás, aunque no de forma fiable, pues con el sistema de Rolling star (en natación arrancan 3 atletas cada 3 segundos), es imposible saber a que hora arrancaron los demás.  

Según mis cuentas estaban entre 3 a 4 minutos atrás un ciclista de colores (Emmanuel de Argentina), a quien confundí con Nicolás Uribe, luego el de verde (que si era Nicolás), y los demás, Espitia, Echeverry, Zapata, iban un poco más atrás de lo esperado. Me sentía fuerte y que podía mantener el paso, aunque el viento estaba más fuerte que el año pasado, mis parciales salían más rápido y me daban confianza en lograr la victoria. Era cuestión de no perder la concentración, ir solo liderando sin referencias, no es tarea fácil, se puede caer en un paso cómodo o pensar de más sobre si atrás vienen guardando la distancia o no.  

Transición sin problemas y la ansiedad de escuchar las diferencias, el primero que me las da con palabras de ánimo, es Víctor Hugo Peña, ¡de lujo!, me dice que 4 minutos, pero al regresar del primer giro, Nicolás y Emmanuel ya están corriendo, quiere decir que están a dos minutos físicamente y no se a cuánto realmente, pues a Emmanuel lo había visto al inicio de la natación, pero no a Nicolás.

A los 3 km. Jineth y Eduardo me comenzaron a dar parciales reales que no lograba entender, pero lo que era claro es que no iba liderando, Nicolás había salido unos 4 minutos después y estaba perdiendo con él unos 2 minutos, y no sabía si Emmanuel iba adelante o atrás.

La primera vuelta de atletismo apreté para descontar rápidamente la diferencia con Nicolás, pasando de largo un par de estaciones de agua y sin poder tomar nada del público, el calor, que siempre ha sido mi aliado, me comenzó a pasar factura, el paso se iba subiendo ligeramente y Emmanuel me venía descontando en cada parcial, había arrancado con 1:41 sobre él y en la primera vuelta estaba a 1:10, mientras Nicolás estaba a 13 segundos, pero las sensaciones no eran buenas, el paso se subía y el tiempo se hacía eterno, me tomaba los geles esperando un shot de energía, pero este no llegaba, los pensamientos negativos rondaban y trataba de alejarlos con el ánimo del público.

Al kilómetro 13, Nicolás iba a 27 segundos y Emmanuel a 38, la diferencia estaba cayendo muy rápido, hasta que en el kilómetro 15 el argentino me dio caza, Eduardo me animaba y durante dos kilómetros aguanté el ritmo, pensando en cuantos segundos debía sacarle si quería ganar. En el 18 ya no pude mantener el paso, cada curva era una aceleración y se comenzó a ir, perdiendo en esos últimos 3 km. cerca de 50 segundos.

Kilómetros que fueron agónicos, pues tampoco sabía si Nicolás iba recortando tiempo, o como yo, iba pasando penas, finalmente, última curva y rumbo a la meta, me acordé de mi promesa de sonreír, en un segundo digerí lo que había pasado y disfruté esos últimos metros, sabiendo que podrían ser los últimos en un evento Ironman. 

Felicidades a todos los participantes, a los pupilos, a sus familias y en especial a Emmanuel y a Nicolás, que me la pusieron difícil durante todo el día.

Hoy quedo a pases con el triatlón, listo para encaminar mi energía en los proyectos que les conté al inicio y de los que espero pronto poder compartirles más detalles, me toca morderme la lengua, porque de verdad es algo que me emociona muchísimo.

Me voy feliz con las muestras de aprecio y cariño y con ganas enormes de darle alegrías a Colombia, ahora a través de mis pupilos.

Gracias por haber llegado hasta aquí, por leerme, por seguirme, alentarme y aquí seguiré viviendo con la misma pasión esto que disfrutamos tanto.  

 

jueves, 17 de agosto de 2023

TOPMAN: ALARGANDO EL ESTADO DE FORMA

En mis planes no estaba el Topman, pero el mismo día que termine achicharrado en Nariño, Jorge Marín, uno de los organizadores del evento, me llamó para invitarme y contarme de la carrera, le pedí un par de días para responder, pues, en ese momento, por mucho que me guste el calor, no sabía si quería enfrentarme de nuevo a este.

Pasaron un par de días, revisé la página y me encontré con la premiación, que terminó de convencerme y, así, alargar el estado de forma y llegar a Tolú con la intención de ganar. No sabía mucho de los participantes, me decían que venían extranjeros, que estaba Zapata, y unos días previos al viaje, David Guete posteó que competiría, al verlo, sentí entre nervios y motivación, ahora tenía un reto.

Una vez en Tolú tuve la fortuna de compartir habitación con el nadador Olímpico, Julio Galofre, él compitió el sábado en el Seaman, prueba de aguas abiertas de 5 km., la cual ganó sin oposición y sería parte de un relevo el domingo.

Así, hablando y esperando que llegara el día de la competencia, surgió la idea de hacer trabajo en equipo, me preguntó quiénes eran los rivales a vencer y le dije que los dos David, Guete y Zapata, por lo que debía aprovechar mi ventaja en el agua y salir en punta con diferencia, en mis cuentas estaba que para ganarle a Guete, tenía que bajarme a correr con unos 4 a 6 minutos de ventaja y conociendo a David, como su entrenador de 2016 a 2022, sabía que un arranque fuerte en el agua no era determinante para sacarlo, sino el mantener un paso alto durante toda la natación.

Con estrategia en mente arrancamos a las 6:30 am, el calor aún no se sentía y el mar estaba relativamente tranquilo, corrimos por la playa, los primeros 50 metros fueron entre corrida y delfines, ya cuando se podía nadar, estaba en punta y Guete medio cuerpo detrás de mí; a los 100 metros comenzó a sobrepasarme Galofre, así que rápidamente seguí sus pies y a su vez Guete, siguió los míos, pasamos la primera boya y tengo un pequeño enredón con la cuerda que sujeta la boya, así que debo apretar para alcanzar a Galofre; Guete aguanta, pero a los pocos metros comienza a perder contacto y al llegar a la 2da boya (el recorrido era un triángulo de 950 metros, que se hacía dos veces) me percato que vamos únicamente Julio y yo.

Al salir del agua para completar la primera vuelta, reviso el tiempo, 13 minutos, me parece lento o que está más largo (fueron 2000 m.) y al mismo tiempo miro y no se ve nadie cerca, entramos de nuevo al agua y esta vez nadamos lado a lado durante 400 metros, hasta que opto por guardar energías y seguir la estela de Julio hasta el final.

Salimos del agua en 26:25 y sin saber  parciales de los demás (le llevaba 3 minutos a Guete y 4 a Zapata) asumí que tenía una buena renta a mi favor.

La transición se hace larga, Julio va corriendo a lo que le da, para entregar el relevo y trato de seguirle el paso, tomo la bici y paso al relevo en el primer kilómetro, para seguir solo durante el resto del ciclismo. Voy a buen paso, en control, revisando que el pulso no se baje de 150 en ningún momento y tratando de no perder la posición aerodinámica.

Giro a los 23 km. miro el reloj y comienzo a contar los segundos hasta que me encuentro con la sorpresa que Zapata ya ha alcanzado a Guete y, mas o menos, van a 3:40, en ese momento creía que les había aumentado, no tenía en la cabeza sacarles tanto en el agua, pero en realidad sólo le había aumentado a Guete.

Sigo en mi ritmo y al dar el giro para completar la primera de dos vueltas, vuelvo a hacer el ejercicio y ahora la diferencia esta sobre los 4:30 con Zapata y casi 6 minutos sobre David, eso me da un impulso adicional, para apretar y tratar de liquidar la prueba en el ciclismo, eso si, sin dejar de tomar el Isocarb que fue básicamente mi hidratación y comida durante toda la bici (más dos geles: uno de cafeína y un liquid gel 3:1 de Enervit).

Último retorno a los 65 km. y una nueva oportunidad para controlar el tiempo con los rivales, en esta ocasión no tomo muy bien el parcial, pero asumo que eran cerca de los 5 minutos y medio con Zapata, ya que Guete no aparece, luego me entere que se retiró por un dolor en la espalda, una lástima ya que quería medirme con uno de los mejores élites de Colombia en larga distancia.

La última parte del ciclismo me desconcentré un poco y perdí algo de ritmo, pero al final me siento fuerte y creo que puedo estar cerca de las 4 horas, teniendo en cuenta que la bici fueron 87.5 km. y había hecho un poco menos de 2:08. Me bajo a correr y las sensaciones son aceptables, pero el calor es penetrante.

El atletismo era 4 vueltas, el 60% por terreno destapado, pero en buen estado.

El día anterior había corrido con los tenis de carbono y no se sentían tan rápidos, pero tampoco tenía otra opción, por intentar viajar liviano no tenía otros tenis de competencia. Primera vuelta en control, corriendo por debajo de 4 minutos el kilómetro, pero ya se sentía cierta incomodidad al correr con estos tenis por el destapado, pues no rebotaban y son muy inestables, exigiendo a la mente a estar alerta de cualquier piedra o hueco.

En el primer giro David Zapata iba a 5:10, lo que me pone en alerta, porque según mis cuentas me estaba descontando y, en una carrera con condiciones tan calurosas, cualquier descuido en la hidratación, puede hacer que esa diferencia desaparezca en un par de kilómetros. Al terminar la primera vuelta le había aumentado, pero a la mitad de la segunda, el volvió a descontar, así transcurrió la 2da y 3era vuelta, con un paso muy similar y con alguna ganancia en segundos a mi favor.

Al iniciar la cuarta vuelta ya era cuestión de supervivencia, aunque siempre hubo hidratación en el recorrido, por momentos faltó agua fría y sentía que el cuerpo no se podía refrigerar, que el uniforme se me pegaba y no me dejaba respirar, lo mas sensato habría sido disminuir el paso y seguir de manera conservadora, para llegar a meta y reclamar el cheque, pero yo no soy así, siempre trato de dar lo mejor y aprovechar cada oportunidad de competir para probarme y, en esa última vuelta, pude mantener el ritmo de la anterior y aumentar la diferencia con Zapata, quién entro a 8:18, pero perdió casi un minuto al pasarse de la meta y tener que regresar, demostrando que también lo dejó todo, que nunca se rindió y que como muchos pasó dificultades, pero, nunca se dio por vencido.

Quedo muy contento con el resultado, pues para esta carrera me encontraba inseguro, ya que al alargar el estado de forma y no descansar, las últimas semanas estaba cansado y el nivel de la prueba con los dos David, sería de los más exigentes del año, en palabras coloquiales, sentí que estaba dando papaya.

Este evento me reafirma que el deporte, especialmente en el de larga distancia nada está escrito, por más favoritismo, sólo la competencia es capaz de mostrar lo que cada deportista ha hecho, de nada sirven las fotos bonitas y las historias diarias, lo que realmente importa es agachar la cabeza, hacer el trabajo día tras día, cumpliendo lo programado, a pesar de lo difícil que a veces parezca y el día de la competencia vencer a la persona en el espejo.

Por ahora me tomaré una semana muy suave y quizá una segunda de baja carga, con el aplazamiento de Golden Challenge, tengo la oportunidad de descansar, recargar y afinar toda la artillería para la última carrera del año y posiblemente mi último 70.3 Cartagena, por lo que quiero llegar en mi mejor forma y poder defender el título.

Muchas gracias a todo el equipo del Topman, desde los voluntarios pasando por los fotógrafos hasta los organizadores, especialmente a Yesid y Juan, quienes me hicieron sentir en casa, les deseo lo mejor para 2024, que sigan aprendiendo, resolviendo y creciendo.



miércoles, 28 de junio de 2023

LA TERCERA: THE NARIÑO CHALLENGE 2023

Cada una de las versiones de The Nariño Challenge ha tenido un significado distinto, la primera fue el regreso a la competencia, la segunda, la preparación para cumplir el sueño de competir en Kona, y la tercera, la de la paciencia y la espera.

Desde hace un poco más de un año tenemos con mi esposa, Jineth, un proyecto en mente, pero diferentes factores, sobre todo el económico, no ha permitido trazar un cronograma claro para este, hemos ido adelantado algunos aspectos, pero, aún,  sin mayor claridad del calendario exacto, lo que se ha convertido, para esta pareja de psico rígidos, en una lección de paciencia.

A la espera que este proyecto se materialice, he tenido la cabeza entretenida con un nuevo reto para cerrar el primer semestre: Nariño 2023.

La preparación fue adecuada y en el camino pude hacer un par de carreras: Endurance Challenge Barranquilla y el Ironman 70.3 de Lima, pero no fue igual de intensa como el año pasado, tener un sueño, como ir a Kona, te da energía extra y te justificas para robarle tiempo al trabajo y a la familia.

Dos semanas previas a la carrera estuve con mi equipo, Tempo, entrenando en la piscina olímpica y en la ruta de Girardot a Nariño, sabía que iba a ser caliente, por lo que el campamento incluyó un par de charlas sobre estrategia de competencia y alimentación, para esta última contamos con el apoyo y conocimiento de Jean Pierre, de Enervit, quien nos aclaró dudas sobre nutrición antes, durante y post competencia.

El día de la carrera, se hizo largo, arrancar cerca de las nueve y media de la mañana, cambia los horarios de desayuno y alimentación, pero no los hábitos, así que a las 4:30 am ya tenía la primera taza de café en la mano.

Compartí carril con Cristian Moreno, Eduardo Acevedo y para mi alegría con Arturo Guzmán, pupilo de 18 años, el plan era salir controlado y mantener un paso de 1:15 a 1:16/100 m. para que el menor de los Guzmán, saliera lo más adelante posible. Primeros 25 metros y Andrés Montoya, ya me llevaba unos 5 m. pero no me afané, me pegué al plan y paulatinamente fui descontando, hasta que en los 400 m. lo igualé, con Arturo a los pies, todo bajo control, sin embrago, en el giro para completar los 500 m. pasando a Cristian y Eduardo, se queda un poco Arturo; trato de no acelerar y mantener el paso, para que Arturo regrese, se ve que lo intenta, pero ese par de metros no se acortan.

Me entra la duda, frenarme y que vuelva o seguir, pensaba si freno y lo jalo de nuevo, ¿Cómo se verá?, además recordé que en algunas carreras cuando era junior, esa era mi función en el equipo, llevar al líder del equipo a la punta, pero también al ver al paso que íbamos, 1:15, él iba a hacer un esfuerzo mayor al que teníamos presupuestado, que era entre 1:18 y 1:19, y créanme, un segundo a esa intensidad puede hacer la diferencia, entre estallarse o no. Así que decidí seguir.

Salí del agua en 23:48, 15 segundos más lento que el año pasado, pero esta vez había nadado solo, en 2022, compartí carril y el trabajo con Montoya hasta los 1000 m. cuando decidí atacar. La transición fue rápida, pero no así los primeros metros del ciclismo, me encontré tráfico en el semáforo que conecta la piscina con la vía principal, esquive un par de carros y seguí con mucha precaución esos dos primeros kilómetros, ya que no llevaba moto escolta y no llevé, hasta faltando 18 km.

Mi objetivo era hacer 2:15, un minuto más que en 2022, siendo consciente que no tenía las piernas del año pasado, me concentré como siempre en el pulso, de mantenerlo cerca a 150, cuando bajaba de 145, apretaba, casi no me fijaba en la potencia. No me sentía empujando bien, pero tampoco cansado o lento, hasta que di el primer giro en U, primero tranquilidad porque Eduardo Londoño y Arturo ya iban a 2 minutos, Jean se mantenía a 4, pero preocupación cuando vi muy cerca a Acevedo y Felipe Echeverri, unos 5 minutos, hacía cuentas en la cabeza y decía, no puede ser a ese paso me van a llegar, me han descontado como 4 minutos.

No entre en pánico, sólo me preocupe en seguir comiendo e hidratando, la segunda un poco difícil, porque por el calor había tomado más Isocarb del que tenía presupuestado y en la primera estación, aunque tome una caramañola de agua, esta venía a la mitad y caliente, tocaba administrarla para pasar los geles, así fueran líquidos. En la segunda estación de hidratación baje la velocidad para asegurarme de recibir agua, quería refrescarme, pero de nuevo media botella de agua y caliente. Nada, esas eran las condiciones para todos, y apostaba a que las decisiones, como irme con casco abierto, iban a jugar a mi favor al bajarme a correr.

Un retorno eterno hasta llegar al parcial de Sonora, del kilómetro 49 al 54 aproximadamente, el que traté de ganar, no pude, pero me ayudo a entretener y subir el paso, ahora iban casi todos los contendientes cerca y en cierto grado, yo solo y vulnerable adelante, ya que cuando no se tiene referencia de alguien al frente, es más complicado mantener el ritmo, ya sea a 10 o 12 metros (aun así tiene un efecto aerodinámico). La diferencia se acercaba a 4 minutos y medio y cuando di el último retorno al kilometro 71, vi que la diferencia ya era menos de los 4 minutos y que Felipe había reventado a los demás, menos a Jean, que lo seguía a unos 20 segundos.

En esos últimos 19 kilómetros el viento pegaba en contra, sabía que iba a ser así, que no podía fijarme en la velocidad, sino en concentrarme en bajar la cabeza y mantener la intensidad, ya la FC iba sobre 150 y luchaba por no bajarla, al kilometro llego Conejo en la moto de juzgamiento y me dio frases de aliento, un refresco después de tantos kilómetros en solitario.

Finalmente, la transición, abro la bolsa y no había piernas para cambiarme de pie, me siento, lo hago lo más rápido posible, pensando en que esta parte también cuenta para el segmento de carrera a pie y, así, ganarme los tenis, cosas que se piensan en carrera para mantener la motivación.

Arranqué fuerte, paso el primer kilometro en 3:49 y las piernas parecen responder, me cruzo con un pupilo, Diego Ospina y recuerdo que les dije: si nos vemos sonríen, así que sonrió y saqué fuerzas para animarlo. Llego a la primera estación y finalmente la añorada agua fría, que parece no bajar la temperatura, que a esa hora marcaba 38 grados, aunque la sensación térmica era mucho mayor.

En la siguiente estación cojo de a dos bolsas, pero no veo los vasos de hidratante y, no los vi durante toda la primera vuelta, si estaban, pero no los veía. Doy el giro en el kilometro 2.6 y el pie derecho se me va, los problemas de algunos tenis de carbono, la inestabilidad, siento que me hice daño en los dedos, pero no hay tiempo para lamentarse; a lo lejos veo a Felipe, calculo el tiempo y son 4 minutos, quiere decir o lo mantuve en la bici en los últimos 30 km. o le aumenté en estos kilómetros de trote.

Paso de nuevo por la báscula, Juan me grita la diferencia, 3 minutos con Felipe en la transición, eso me tranquiliza, quiere decir que le aumente entre la transición y los primeros 3 km., luego veo a Jineth, que me pregunta que quiero (en esta carrera está permitido pasar bebidas y comida en el segmento de carrera), recuerdo que tengo hidratante en una botella, pero no iba a alcanzar a pasármelo, así que grito que Coca Cola, muy temprano para tomarla, pero necesitaba saborear algo.

Además el pasar por la báscula era como un oasis, tanto por los gritos, como por las familias y equipos que, sin distinción, pasan agua, hielo y dan ánimo, especialmente ver a mi equipo corriendo de lado a lado, los pupilos que ya habían cruzado su meta y con medalla puesta  siguieron marcando PR para darnos lo que tuviesen a la mano, gritarnos y ayudarnos a llegar a la meta de la mejor manera posible.  

Siguientes kilómetros en control, bajé el puente para llegar al retorno, que hago con cuidado para no lastimar el pie y me doy cuenta que no está bien medido, que por más que me griten PR, no va a ocurrir, serán 23 largos e interminables kilómetros.

Reviso de nuevo la diferencia y mantengo los 4 minutos con Felipe y he ganado tiempo sobre Jean, las fuerzas aún están, a esta altura, ya me he tomado 2 de los 3 geles de 30 gr. que tenía presupuestado y me queda el de cafeína.

De nuevo por la báscula, Jineth, las niñas, los pupilos y acompañantes del equipo me vuelven  a apoyar, última vuelta, toca cerrar esto.

A los pocos kilómetros las piernas comienzan a pesar, el paso se sube, ni el gel de cafeína aliviana la carga, estoy entrando en crisis, giro a los 15 kilómetros, hago cuentas y Felipe me ha descontado unos 15 segundos, ese escenario no estaba en mis cuentas, los siguientes 2 kilómetros son de lucha mental, ya quiero terminar, pero de nuevo el ánimo del equipo me da energía, recuerdo que es sólo dolor, que esto terminará pronto y que tengo un colchón de tiempo suficiente, así que me pongo como meta no perder el parcial de carrera, si son sólo unos tenis, pero es mi parcial, debo ser el mejor corredor, así como en la natación que no la premian, pero que siempre quiero ganarla.

A los 16 km. Diego Ruíz me pasa un gel, la energía vuelve, recuerdo que ya lo he hecho antes en competencia y en entrenamiento, me repongo, y acelero. Último retorno y Felipe se mantiene en el tiempo, debo acelerar y lo hago, me pasan hielo y una botella helada, que me refrescan del calor infernal que esta haciendo a medio día.

No espero al último kilometro para acelerar, porque sé que ese parcial de Adidas, último km., no lo voy a ganar, ni lo quiero disputar, porque prefiero tomarme unos segundos y pasar con mis hijas en los brazos, pongo esa imagen en mi mente y a fondo hasta la meta, donde me esperan emocionadas, Martina y Macarena, para cruzar, por tercera vez, en primer lugar, la línea de meta. Que alivio¡

Agradecido con el resultado, con mi esposa por seguir apoyándome en estas locuras y por vivirlo intensamente. Muchas gracias a Sergio, Nathy, Juan y todos los organizadores de Nariño, saben que llevo esta carrera en el corazón y por eso vuelvo. Gracias a las familias de todos los participantes, sin ustedes habrían muchos DNF y a quienes me apoyan como Gio de Paramo y Jean de Enervit.

Como siempre cuando me siento a escribir estos blogs intento hacer un análisis profundo tanto de la carrera, como de la preparación, esta vez la lección fue ¨confiar¨ en lo que soy como atleta, más allá de la indumentaria y los elementos, durante las últimas semanas al rodar con el equipo, veía como algunos me superaban con sus bicis de última tecnología, con ruedas de disco y me entraban dudas, pero si comparo mis datos de 2021 y 2022, con los del sábado pasado me doy cuenta que baje cerca de 24 vatios en el promedio y la potencia normalizada y promedie 3 pulsaciones menos.

Muchas veces nos fijamos en las situaciones externas cuando la solución sólo está en el interior, seguramente para ver algo de los números del pasado tendré que organizarme mejor, por ejemplo, sacrificar una sesión de natación y reemplazarla por bici, este año he disfrutado mucho nadar y teniendo fácil acceso a la piscina, le he dado prioridad (Gracias Javier y familia).

De nuevo al día a día, a seguir trabajando y entrenando, para preparar las siguientes carreras, que por ahora serán: Topman, Golden Challenge y Ironman 70.3 Cartagena, mientras espero que se acelere el proyecto que me viene quitando el sueño.

miércoles, 26 de abril de 2023

IRONMAN 70.3 LIMA Y EL ÚLTIMO CASO DE DOPAJE EN TRIATLÓN

 Los planes para 2023 incluyeron Lima, cómo el evento al que viajaría para acompañar al equipo a lograr sus objetivos, me inscribí en enero, con eso en mente, y para mantenerme activo, mientras desarrollaba, a la par, otros proyectos, uno de ellos consumiría mucho tiempo, dinero y energía, pero está tomando más tiempo de lo esperado y que inicie no depende de mí, sino de factores externos, por lo que me dije: “entrenar mientras se pueda de la mejor manera” y así fueron pasando las semanas, se iban acumulando kilómetros y el cuerpo respondía.

El primer test fue el estándar plus de Endurance Challenge en Barranquilla, donde me sentí bien nadando, en bici un poco quedado, promedié 250 vatios y tuve una potencia normalizada de 264 en los 60 km. y corriendo en control y con tanque para aguantar, promediando un paso de 3:52/km. en los 15 km.

Así, finalmente, llegó la hora del viaje y una vez en Lima los entrenamientos en grupo y la camaradería hicieron que el ambiente se prestará para tener unos días previos sin problemas, poder descansar, comer e hidratar según lo que acostumbro.

El día previo a la carrera nadamos sin wetsuit (por la hora en la que nadamos) y me sentí a gusto, suelto y rápido, sin embargo el día de carrera las condiciones eran distintas e ir con wetsuit fue la decisión, una vez dieron la salida, sentí los hombros apretados por el traje y el trisuit,  se me complico hacer un buen recobro aéreo, aparte de ello, no me lograba ubicar, sentía que el mar me tiraba de lado y me tocaba corregir cada 4 o 5 ciclos de brazada, finalmente salí del agua y vi que el reloj marcaba algo más de 26 minutos, no había sido una buena natación y si quería ser top 10, debía apretar.

En el ciclismo me sentí fuerte desde el inicio, vatios altos y frecuencia cardíaca (FC) controlada, esto ayudado con un asfalto en buenas condiciones y un terreno prácticamente plano. Mi referencia más que la potencia, es tratar de no bajarme de 150 pulsaciones, lo logré en la primera vuelta, en las otras dos por ratos lo conseguía y por ratos me desconcentraba viendo que tan lejos iban los pros. En la primera vuelta promedie 151 pulsaciones, en la segunda 145 y en la tercera 144, en las tres el paso fue similar, a pesar que en la primera moví más vatios, siendo la tercera la más lenta, en cuanto a potencia promedie 260 y la normalizada fue de 268, aún no mi mejor forma, pero si mejorando en relación a Cartagena 2022 y Barranquilla.

Al bajarme a correr, las sensaciones también fueron buenas, me sentía con energía, gracias a que hice la tarea de consumir las 2.5 caramañolas con Isocarb, que son 150 gr. de carbohidratos, además de 2 geles de 30 gr., para un total de 210 gr., promediando, así, 93 gr. por hora.

Los dos primeros kilómetros salieron muy fáciles, tenía la motivación de ir primero en las categorías, con cerca de 3 minutos de diferencia, tiempo que quería aumentar y, haciendo cuentas en la cabeza, iba en la posición 12 de la general, el objetivo, ahora, era mantener el paso por debajo de 3:50/km. y alcanzar físicamente a algunos profesionales.

Presione y presione, para mí es más fácil controlar la intensidad corriendo que sobre la bici y, finalmente, lo logré, pasé a tres profesionales en la segunda vuelta y me ubiqué como el mejor grupo por edad y noveno en la general.

Fue un buen test para The Nariño Challenge, ya que, a diferencia de otras ediciones, el sol se dejó ver en Lima y la temperatura estuvo sobre los 26°C, lo que me continúa llenando de confianza para mantener un buen ritmo en el calor.

Si, se lee rápido, parece que fue cuestión de trámite, pero todos los que hacemos triatlón sabemos que lo más complicado no es la carrera, sino cumplir el día a día, sea un entrenamiento divertido, algo de series o uno monótono y largo, a la final lo que dará resultado no será una sesión mágica, sino la suma de cada una de las sesiones, por improductiva que parezca.

Aprovechando lo corto del blog y la coincidencia con la noticia del caso de dopaje de Collin Chartier, quisiera escribir y dejar mi opinión al respecto: Lo primero es que noticias como estas, que poco se ven en el triatlón, nos recuerdan que el dopaje si existe en este deporte.

Desde siempre he detestado el dopaje o cualquier tipo de trampa en el deporte, me carcome por dentro, saber que hay atletas por ahí que por x o y circunstancia justifican su uso, no lo entiendo y mucho menos comprendo cómo pueden validar para sí mismos sus victorias y, con este último caso, queda comprobado que puede ser cualquiera, el tipo más buena gente, como por ejemplo veía a la distancia a Chartier o el más arrogante, como pudo ser Armstrong.

Desde pequeño escuche rumores acerca del dopaje en triatlón, pasando por entrenadores que se vanagloriaban de lo mucho que aguantaban sus atletas después de una dosis, hasta cuando la misma Federación no aplicó las sanciones correspondientes, a los pocos atletas que daban positivo o eran negligentes en estos procesos, como ocurrió recientemente con un ex triatleta que se pasó a otro deporte y terminó en los olímpicos, sin tener un proceso claro de castigo, no por su culpa, sino por la misma negligencia de la Federación.

En los 90´s e inicios del siglo, los triatletas en Colombia eran vistos como tramposos por practicantes de otros deportes como la natación, el triatlón era muy cercano al ciclismo y al patinaje y, lamentablemente, algunos cayeron es este tipo de prácticas, pero era un tema del que varios atletas y entrenadores hablaban abiertamente; por la misma época en las bicicleterías ofrecían abiertamente supuestos productos milagrosos o la famosa pichicata, esos años fueron frustrantes para mí, fue el momento en el que decidí alejarme del tri por un par de años (esa no fue la única causa) y enfocarme en la natación, finalmente regresé pero con una idea en la cabeza: Puede que nunca gane, pero seré mi mejor versión y, si esta versión no es lo suficientemente buena, la aceptaré y celebraré porque es mi 100%, mi propia victoria.

Por denunciar me he ganado enemigos, insultos, demandas y hasta golpes me han dado, pero es un tema que de verdad me lastima, sin embargo, con un poco más de madurez, serenidad y con dos niñas a cargo, he venido entendiendo que, en Colombia, para muchos, el todo vale esta incrustado en el subconsciente, lo cual duele, pero, aun así, he preferido creer en mis capacidades como entrenador para sacar lo mejor de cada atleta, entendiendo que el camino en el rendimiento es durísimo y no es para todos.

Todo esto, también, gracias a la oportunidad que tuve de haber sido parte de un equipo profesional, viendo, de primera mano, cómo entrenaban campeones mundiales de Ironman y medallistas olímpicos, eran entrenamientos brutales, largos y monótonos, que se repetían semana a semana, al mismo tiempo veía como otros muchos, como yo, llegaban, se quemaban y no aguantaban el ritmo, dejándome de enseñanza que la disciplina y el talento, también, son componentes del entrenamiento, tienen que existir para que este tipo de planes funcionen, así que romantizar que sólo con disciplina se triunfa o sólo porque lo soñé lo voy a lograr, no es del todo cierto, no todos nacemos para ser campeones mundiales, pero si para desarrollar todo nuestro potencial.

Resulta paradójico, pero revelar esta gran verdad a varios pupilos ha sido un choque, hablarles claro de lo que necesitan poner en juego, el entrenamiento y los sacrificios que deben asumir los ha colocado en situaciones incómodas, que los ha molestado y, los entiendo, no es fácil. Hoy en día pasa con los noruegos, todos quieren ser como ellos, pero nadie quiere renunciar a su vida social, a tener novi@, a tener que vivir de campamento en campamento (sin lujos ni una vida glamurosa), a pasar de una sesión a otra como un robot, pero si quieren la gloria y el reconocimiento.

Con todo esto lo que quiero dejar en claro es que no está bien señalar a nadie sin las pruebas correspondientes, sólo porque no somos capaces de entrenar o vivir de la forma que ellos lo hacen o, simplemente, no tenemos el talento físico que ellos tienen, pero tampoco está bien doparse, ni justificar el dopaje porque “todos lo hacen”.

El doping es el acto más egoísta que existe, quien lo hace no valora a sus competidores, sólo le importa su bienestar y su victoria a toda costa, no le interesa arrebatarle el triunfo a alguien que pudo haber pasado por crisis, depresiones, accidentes o lesiones, pero se levantó una y otra vez y se hizo más fuerte para seguir luchando con sus propios medios.

La victoria no puede ser el único fin del deporte, el deporte es formativo, debe educar en valores y, el deporte de rendimiento, a pesar de ser despiadado y cargar con una gran sombra de trampa, tiene que inspirar al ser humano a romper sus límites.

El positivo de Chartier, finalmente, me parece positivo, valga la redundancia, hablando de un deporte que no tiene muchos casos de dopaje conocidos, porque quiere decir que existe algún tipo de control, que aún es mínimo y permite salirse con la suya a muchos.

Hoy frente a una pantalla y queriendo obviar estas noticias, espero con ansías las grandes del ciclismo y todos los eventos deportivos, siendo ingenuo y pensando que todo es posible lograrlo de forma ¨natural¨, a punta de esfuerzo, disciplina, una dosis de talento, sacrificio y entrenamiento, que esa es la única fórmula.

 

jueves, 15 de diciembre de 2022

CARTAGENA 2022: ME ALCANCE A METER A LA FIESTA


La previa al Ironman 70.3 Cartagena estuvo llena de suspenso, no fue que se me ocurriera competir a última hora, al iniciar el año y planearlo, Cartagena estaba incluida en el calendario, pues previo a la apertura de inscripciones una de las marcas patrocinadoras del evento me ofreció la entrada a esta y otras carreras, sin embargo una vez se cerraron las inscripciones me informaron que no había sido seleccionado; en el momento no le día mayor importancia y el tiempo pasó sin que hiciera mayor cosa por la inscripción, pues el gran foco del año era Kona.

A mitad de año me ofrecieron, por parte de la organización, una entrada, si promocionaba un evento, al instante dije que sí, pero apenas terminé la llamada y le conté a mi esposa, me hizo caer en cuenta que tenía un evento esa semana y que serían dos viajes muy cercanos, en el mes previo a Kona, por lo que desistí de la entrada al siguiente día.

Al llegar del mundial y sintiéndome en buena forma para llegar a Cartagena me puse intenso con la consecución del cupo: con patrocinadores del evento, Federación, operadores, pero durante 3 semanas ninguna puerta se abrió, aún cuando recibí miles de mensajes, todos con muy buenas intenciones, donde me cedían o vendían sus inscripciones por diferentes motivos: desde lesiones, embarazos, accidentes e incluso de fallecimientos me enteré, sin embargo la política del evento no permitía ni cambiarlo de año, ni de nombre.

El año siguió pasando y aún sin inscripción, continué entrenando sin perder la esperanza, baje un poco las cargas, dirigí con Tempo y TNC el TriCamp y espere, hasta que, finalmente recibí una llamada de Daniela de Powerade, quien me dio la buena noticia: tendría un cupo en la carrera y con un poco menos de 4 semanas para el Ironman 70.3, fue momento de replantear el entrenamiento e intentar llegar en la mejor forma a la línea de salida, aunque no dejaban de cruzarse por mi cabeza muchas preguntas: ¿ es buena idea empujar tanto por algo ante tanta negativa? ¿será que el de arriba me está tratando de cuidar de algo?

Finalmente, a Cartagena viaje con mi esposa, Jineth, dejamos a las niñas con los abuelos, prometiéndoles un par de días de sol a nuestro regreso, aunque ya en la heroica, fue imposible no sentir nostalgia y vacío al no tenerlas al lado, aunque su energía logró viajar kilómetros en un video que la mayor (Martina) nos envió, me llenó de sentimiento y motivación para la carrera.

Para no alargar la historia, ese día me ubique en la primera línea de salida y faltando 5 minutos, se nos acercó Tony Lugo, el animador del Ironman, quien nos dijo: “pongan atención, porque si ustedes se pierden, 1800 se van a perder” y nos dio las indicaciones de último minuto de la natación, en ese momento me preguntaba: ¿será que no leí bien la guía del atleta?, no recuerdo que la natación tuviera esos giros.

6:25 am, 10 minutos después de la hora estipulada, dieron la partida, a los 50 m. ya me había alcanzado Juan Manuel Morales, del relevo ganador, medallista de oro en Juegos Suramericanos en 10 km. aguas abiertas y recordista nacional, y sus títulos se sintieron, ni 25 m. pude aguantar a sus pies. Luego de zigzaguear los primeros 200 m. para cumplir con el recorrido, se comienza a nadar en contra del sol, al principio podía ver a Morales a la distancia y tenía una referencia, pero luego, sin kayak acompañante ni guía, tuve que parar en varias ocasiones, levantarme las gafas y revisar si estaba siguiendo el recorrido, hasta que pude fijar un edificio como punto de referencia para nadar derecho. En el regreso fue más tranquilo, hasta los últimos 300 m. cuando el recorrido se vuelve confuso, ya que, en las indicaciones previas, nos habían dicho que solo había un giro a la izquierda, al inicio, pero no era así, tocaba salir de la línea en que veníamos nadando, girar a la derecha y luego en la boya a la izquierda, para buscar, literalmente buscar, la salida, que apenas tenía un par de banderines azules, difíciles de identificar porque se confundían con el fondo.

Salí del agua sobre los 25 minutos y que sensación tan increíble escuchar los gritos y la barra en el camino hacia la transición (recomendación para la organización: no sobra un tapete en este trayecto, para evitar las caídas), tomé la bici y salí disparado hacia la calle, cuando de frente me encontré con un juez extranjero quien me comienza a hacer señas y se me cruza en el camino, trato de esquivarlo, pero él sujeta y hala mi manubrio, quitándome el punto de apoyo y mandándome contra la valla, en ese momento todo es confusión, me grita que el número, le muestro el de la bicicleta y como puedo sigo mi camino, hasta que escucho “helmet number”, caigo en cuenta que el visor del casco esta arriba y tapa parte del número, miro hacia el juez, retiro el visor del casco, le hago señas que el número está allí y continuo.

Los primeros kilómetros fueron una mezcla de incertidumbre y rabia, pensaba en lo que había sucedido, si de alguna forma había cortado el recorrido y me iban a descalificar o si cuando llegara a la T1 me iban a penalizar por la reacción que tuve, quería preguntarle a alguien si todo estaba bien, pero al igual que en la natación iba absolutamente solo, ni un juez, ni un policía, todos estaban con el “líder” de la carrera, el relevo. Al pasar por las primeras dos estaciones los voluntarios no estaban listos y a pesar de avisarles, al pasar por el frente de las estaciones no pude recibir nada de nada.

En el kilómetro 35 llegó una moto de prensa a quienes les pedí me acompañaran hasta la siguiente estación de abastecimiento, porque ya necesitaba recargar, ellos amablemente me siguieron y avisaron en la estación de abastecimiento. Al girar, tome referencias y tenía sobre David Zapata, que había comenzado la natación conmigo, cerca de 3 minutos, así que me enfoque en no relajarme de vuelta, ya que, con el viento a favor, es más fácil caer en la trampa de no empujar y siempre será complicado mantenerse motivado yendo solo por más de 2 horas.

Lo que más añoraba era terminar el ciclismo, no tener ningún desperfecto mecánico y correr por la mágica ciudad amurallada, abarrotada de gente y de gritos, el trote puede ser lo más duro, pero el tener estas condiciones de fiesta, es espectacular y es lo que me hizo insistir en correr de nuevo en Cartagena, esa atmósfera es única y como dice el comercial, te da alas.

El trote me lo goce de principio a fin, era la disciplina en la que más me tenía confianza, a pesar que en las últimas semanas no estaba haciendo los mejores tiempos, cuando podía chocaba las manos de quienes las extendían a mi paso, sonreía y aceleraba en cada curva. Uno de los objetivos era bajar de las 4 horas, en el reloj solo llevaba el tiempo del parcial, no del total, hasta que, faltando 2 kilómetros, revisé el tiempo y no iba a cumplir con este, ya no había ningún afán sino disfrutar, mantener el paso y llegar a meta.


Para quienes gustan de los números, estos son los de mi reloj, no de la aplicación: en natación en 2021 nade a un paso de 1:20 y este año en 1:22, en entrenamiento me sentía mucho más fuerte que el año pasado y había tenido la oportunidad de nadar más, pero la confusión en el recorrido y las paradas, hicieron mella. En el ciclismo me demoré 4 minutos más, en 2021 las condiciones fueron muy favorables, de ida el viento fue mínimo y de regreso ayudo, mientras que este año, los primeros 20 km. el viento fue más fuerte, y aunque el regreso fue más rápido, no alcanzaba a compensar. En 2021 mi pulso promedio fue 148 y la potencia normalizada 276, mientras que, en 2022, fue el mismo pulso con una potencia normalizada de 255, pero desde que arreglé el potenciómetro, hace un par de meses, está marcando cerca de un 5 a 7% menos que antes, comparando con el simulador, al parecer ahora si está bien calibrado y, con esa diferencia, sería muy similar a 2021. En el trote me subí 55 segundos y el pulso promedio paso de 156 a 158, pero me sentí con más fondo y en mayor control.

Esta comparación para decirles que no se maten la cabeza con los números, las condiciones nunca serán las mismas, calor, viento, motivación, entrenamiento, sino que disfruten del proceso y de la carrera, en mi caso en 2021, tuve un bloque de 9 semanas entre el Ironman de Texas y Cartagena, y esta vez fueron 8 semanas, en 2021 al tener la certeza que iba a competir, la programación fue más acorde que en el presente año.

En cuanto a 2023, tengo varios objetivos laborales y el camino comienza a tener algo de claridad, una de las opciones ya no la veo viable, pues desde el 8 de noviembre presenté un proyecto para el desarrollo del triatlón colombiano, que contiene 10 ejes y el cual quería exponer, pero la Federación no ha abierto el espacio para hacerlo, a pesar de la insistencia. El otro objetivo es continuar con el proyecto de desarrollo de Tempo, que en resumen es crear un equipo infantil y juvenil de triatlón, para que se destaquen a nivel nacional y lleguen al rendimiento, así que, si sus hijos, sobrinos, familiares o amigos están interesados, no duden en llamarme. De la mano hay otros objetivos más ambiciosos, pero como cábala prefiero trabajar en silencio y cuando sea el momento darlos a conocer.

Como atleta aficionado aún no he organizado el calendario de competencias, posiblemente competiré el 70.3 de Lima y algunas carreras del calendario nacional.

Para terminar este blog quiero aprovechar para agradecerle a todos quienes me siguen, estoy demasiado agradecido por tomarse el tiempo de leer mis historias, por los mensajes, llamadas y palabras de la comunidad del triatlón colombiano en cada uno de los eventos que participe este año y en los entrenamientos, donde varias veces me cruce con muchos de ustedes y nunca les faltaron palabras para alentarme y animarme, mi retribución por todo su cariño será continuar trabajando por el desarrollo del triatlón colombiano, desde la esquina en la que me encuentre, con todo el amor y la pasión que tengo por este deporte.

Gracias también a mi familia por disfrutar a mi lado del deporte.

Hasta la próxima y ojalá en 2023 los profesionales tengan cabida en Cartagena, ya que es la vitrina más grande que tienen los atletas colombianos para conseguir algún tipo de patrocinio y espero que no sigan desapareciendo las pruebas con premiación en efectivo del calendario nacional.  

A todos feliz descanso, disfruten las fiestas….

Feliz navidad y que 2023 esté lleno de metas por trabajar y cumplir.



martes, 1 de noviembre de 2022

KONA: UN SUEÑO APLAZADO


Ya en varias publicaciones he comentado que Kona siempre fue mi sueño, hoy, vengo a contarles como fue vivir este sueño y haber podido cerrar un ciclo que estaba inconcluso.

Para recapitular un poco, desde niño, mi sueño era ser uno de los locos que aparecían en la revista Triathlete, hombres en speedo y mujeres en bikini de colores neón, montados en bicis futuristas con Scott. Soñaba y hacia cuentas del tiempo que debería hacer para salir adelante en el agua, mi deporte favorito y lo más cercano a volar.

Eran los años 90´s y el Ironman era un deporte gringo que estaba despertando gran interés en Europa y Australia, que a la postre los desbancarían, mientras en Colombia el triatlón estaba en boga, había equipos profesionales y equipos de niños, tanto así que entre 1995 y 1999, asistimos cerca de 50 niños y jóvenes a representar a Colombia, en cada uno de los campeonatos panamericanos, la mayoría de nosotros con el apoyo del bolsillo de los papás y uno que otro patrocinador.

En aquella época la meta era el Ironman, los eventos de la ITU, hoy World Triathlon, no tenían mayor difusión, esto sólo sucedió hasta el año 2000, cuando el triatlón se convirtió en deporte Olímpico, sin embargo,  lo que siempre me cautivó fue la larga distancia y al estrellarme con la falta de criterios de selección para eventos internacionales por parte de la Federación, decidí que el camino se construía solo, pasando en 2006, a la larga distancia, con el objetivo de convertirme en profesional.

De 2009 a 2014 fui triatleta profesional, en 2012 conseguí un contrato con el Team TBB, posteriormente TriCozumel, a cargo del legendario entrenador Brett Sutton y creyendo que tenía toda una vida deportiva por delante, no puse tanta atención a la clasificación a Kona, sino a entrenar y correr eventos 70.3, que me venían mejor, hasta que un buen día, el cuerpo dijo no más (si quieren leer sobre mi retiro https://andrescastillolatorre.blogspot.com/2015/08/cerrando-un-capitulo.html)  ni siquiera termine mi último Ironman de Cozumel en 2014, todo se apagó, el sueño se esfumó y creí que nunca conocería Kona, como competidor.

Por eso el poder volver a entrenar estructuradamente en 2020, clasificar a Hawái en 2021 y viajar con mi familia a Kona hace un par de semanas fue cerrar un capítulo y cumplir un sueño que, aunque no fue en la categoría profesional, fue construir casi de cero tal vez mi mejor forma física (dadas las circunstancias), ajustar las tuercas mentales y llegar a la gran cita, mi primer mundial Ironman, con todo lo que estuvo a mi alcance para celebrar, como me gusta, mis 40 años.

Me he tomado una pausa para escribir este blog, como queriendo que el sueño no se acabe, sin embargo y aprovechando ese tiempo, he tenido la oportunidad de escuchar y leer las impresiones de profesionales y amateurs sobre lo acontecido este año, de comparar resultados previos y de concluir, lo obvio: fue un Kona rápido para los profesionales -mejor tecnología, preparación y apoyo económico (patrocinadores y PTO), sin embargo, en el caso de las categorías la carrera no fue tan rápida, pero si mucho más reñida; si se comparan los atletas individualmente y los tiempos de los ganadores, los márgenes entre posiciones fueron segundos, esto posiblemente por dos razones: primera, algunos atletas en el pódium, que estaban por fuera de esta opción, se vieron beneficiados de la salida por olas, si no se es buen nadador, los líderes de la categoría superior o siguiente, te alcanzarían en ciclismo y, segunda, podría ser el efecto post pandemia, donde el mundo cambio y muchos se movieron al trabajo remoto, que se ha traducido en más tiempo para entrenar.

Sin querer darle más preámbulos a esta historia, quienes siguen mis publicaciones en redes saben que, los primeros días me ¨entretuve¨ arreglando el manubrio, que se rompió en el vuelo de Bogotá a Kona y por el cual American Airlines ya me notifico que no va a responder. Este percance me alejó un poco del show: la cena de bienvenida, la carrera de ropa interior (de lo que se perdieron) y el desfile de naciones, pero lo compensé con descanso y tiempo en familia.

El día de carrera inició muy temprano, estaba a unos 50 km del epicentro de la carrera, incluyendo el lugar de salida, esto en razón a que al momento de organizar la logística las niñas debían tener un lugar cómodo, adicional a los altos costos de un alojamiento en Kailua, el lugar donde inicia la carrera. Me levanté a las 3:30 am, comí un poco, corrí 10 minutos para bajar el desayuno y, a las 4:30 am, salimos hacía la zona de transición, una vez allí todo transcurrió en relativa calma y como mi ola (turno de salida) era la 4ta, tenía tiempo suficiente para ajustar los últimos detalles.

Los profesionales salieron a las 6:20 am, seguidos de la categoría 35-39 años a los 15 minutos, luego la categoría 30-34 y, posteriormente, mi ola, 40-44 años, a las 7:05 am. El proceso era esperar en un corral y, tan sólo, faltando 8 minutos para la largada, podíamos entrar al agua, dirigirnos a la salida, una línea imaginaría custodiada por surfistas, podrán imaginar la adrenalina y tensión que se respira en ese momento, todos amontonados y queriendo pasar adelante, cada uno cuidando su lugar, hasta que comienza la cuenta regresiva y toda esa energía reprimida explota con el cañonazo de salida.

Saque mi experiencia en eventos ITU, nade a tope los primeros 100 m. y pude salir de esa lavadora de brazos y piernas rápidamente, me ubiqué adelante y, por mi lado derecho, un italiano comenzó a tomar ventaja, así que fui a sus pies, mientras veia cómo se iban quedando los demás y a los 400 m. ya era segundo, con un grupo numeroso a mis pies.  

Miraba cada tanto para atrás y el grupo no se separaba, primera decisión de carrera, hacer un hueco e ir adelante a jalar,  la estrategia funcionó, ahora iba liderando mi grupo de edad, sin embargo me mantenía con un pensamiento recurrente: esta carrera no se gana en la natación, debía ser conservador y no quemar los cartuchos antes de tiempo, así que, llegando al retorno de natación, dejé pasar al italiano y me fui a sus pies, sintiéndome suficientemente cómodo, a los 500 m., volví a tomar la punta y comenzamos a pasar cantidad de atletas de la ola anterior. Estos sobrepasos no fueron traumáticos, principalmente porque íbamos pegados a las boyas, mientras la mayoría de gente optó por ir abierto, sólo un par de personas se atravesaron y con el convencimiento de ser conservador, nuevamente dejé la punta, más adelante quise pasar de nuevo, pero al abrirme sentí que tendría que meter otro cambio y la renta no sería mucha, así que, aunque quería ser el mejor nadador de las categorías, no era inteligente pasar a jalar.

En los últimos metros de la natación llegando al Pier, la cantidad de gente era impresionante y, resultaba más complicado pasar, por suerte me pude mantener por fuera de los golpes, pasar por un lado el trancón que se hacía en las escaleras y salir en primer lugar (de mi categoría) de la transición.

Ya montado en la bici comencé a pasar más gente, con la dificultad que suponía adelantarlos en las estrechas calles de Kailua, unos 12 km. antes de salir a la autopista, Queen Ka’, donde Sonia (más conocida como la negrita), mi cuñada, me confirmó que iba liderando y era top 5 de la general, de ahí en adelante fue un trabajo constante para estar en la distancia reglamentaria.

Junto a 5 competidores íbamos rebasando, dejando la distancia reglamentaria, pero a quienes pasábamos se metían en el medio, no les era suficiente seguir el tren, por lo que me era necesario acelerar y pasar hasta la punta para no entrar en los 10 m. del atleta en frente, este cambio de ritmo causaba una merma del paso y multiplica el esfuerzo físico y mental.

Mi estrategia hasta iniciar la “subida” de Hawi era sobrepasar en las subidas la mayor cantidad de ciclistas y, cuando me encontraba con un grupo que no se dejaba pasar o se metía en el medio, frenarme un poco, dejarlos pasar y volverlos a sobrepasar en la subida, manteniéndome acoplado todo el tiempo, para disminuir la resistencia y por consejo de Andrés Torres, a quién le había manifestado mi preocupación por el sobrepaso y quedar en medio de una situación de drafting, que pudiese valerme una sanción, su consejo: “mantenga la distancia y si se le meten no se desacople, pues si viene un juez y ve que va cogido de arriba, va pensar que usted va haciendo drafting”.

Hawi es una subida o falso plano al 2-3% que va del kilómetro 84 al 93, el cual se puede hacer acoplado y en donde normalmente se rompen los lotes. Esta subida la hice a unos 260 vatios constantes, unos 10 vatios más del promedio que traía, acoplado y pasando gente, lo que me dió posibilidad de estar más tranquilo con mi estrategia de rodar limpiamente. Ya al coronar, me di cuenta que había descontado unos 4 minutos a la primera ola, así que posiblemente podía ser el líder de las categorías o estar muy cerca de ello, pues no podía referenciar sino a la primera ola (35-39 años).

De regreso, parada rápida en los special needs: tomé la caramañola de Isocarb y continué con mi alimentación, mayoritariamente liquida y que consistía en 90 g. de carbohidratos por hora y, aproximadamente, un litro de líquido. En ese punto solo iba, de quienes comenzaron el ciclismo conmigo, un polaco, a quién pase rápidamente en la bajada, al ver unas gotas sospechosas que brotaban de su sillín.

En el regreso la cantidad de ciclistas se redujo notablemente, alcance al último grupo en una subida a los 128 km. y me mantuve a la distancia con un par de ciclistas, hasta que faltando 40 km. comenzaron a aparecer los jueces, no los había visto en todo el recorrido, repartiendo sanciones a varios de los que iba alcanzando.

Luego de eso de nuevo solo, hasta que  un grupo de 5, a su respectiva distancia, me pasó a muy buen paso, estuve con ellos hasta el km. 160, cuando en una bajada perdí la referencia y quedé, nuevamente, solo, creo que en esos últimos 20 km. fue donde perdí tiempo, debido a que rodé prudentemente, sintiendo que me había excedido en algunas subidas; finalmente, entrando a Kailua me pasó otro grupo y antes de llegar a la transición, volví a escuchar a Sonia, que me gritaba 7mo, en ese momento no entendía si era de la general o de mi categoría, así llegue a la zona de transición y era hora de saber que tal estaban las piernas.

Apenas me desmonte supe que tenía piernas, me cambie rápidamente, tome los geles y el cinturón que tenía una botella con líquido, previendo lo que sería correr con menos estaciones de hidratación (en razón a la falta de voluntarios las estaciones de abastecimiento las habían movido, ya no eran cada milla, sino cada dos millas) lo que pondría al cuerpo al límite, en un recorrido sin sombra, ondulado, húmedo y a más de 32°C.

Estaba ansioso por correr, sabía que era donde se definía todo, pero intenté mantenerme en control para apegarme al plan de carrera. A los 2 km. veo a mi esposa, quien, nuevamente me grita 7mo, a lo que respondo ¿de la general? y me responde: de tu categoría, pero todos están a dos minutos a excepción del primero, inmediatamente, a tranquilizar la cabeza, pues esperaba estar más adelante, según cuentas previas y, otra vez, apegarme al plan, sabía que, si mantenía el ritmo, los iba a cazar.

A los 11.5 km. se sube Palani, me sentía fuerte y volví a recibir noticias, ahora iba 5to, volvía el alma al cuerpo, el plan iba dando resultado. Seguían un par de repechos, hasta que se llega a un falso plano eterno, donde la mejor estrategia es no mirar el reloj, coger todo lo que se pueda en las estaciones, rellenar el tarro de lo que sea y apretar dientes. Ese falso plano termina al entrar en el temido Energy Lab, que es el segmento más caliente de la carrera, primero se baja, luego se corre paralelo a la playa, en un calor infernal y se hace el retorno, para luego subir, todo eso con estaciones de abastecimiento muy separadas, en las cuales escaseaba el hielo y las bebidas frías, tocaba rebuscar entre las mesas y canecas, para conseguir algo frío.

Había escuchado que al salir del Energy Lab, era la parte en la que se ganaba o se perdía la carrera, en mis cuentas iba 5to o 6to, pues me parecía que había alcanzado uno de mi categoría, pero me había pasado Sergio Marqués, un ex profesional portugués con quién había competido, hace unos 12 años. Esperaba encontrarme de nuevo con Sonia para que me diera parciales, pero ya no estaba (ella iba y volvía en bici, luego supe que le había dado un golpe de calor y no pudo esperar más) y al no encontrarla, simplemente, trataba de descolgarme en el falso plano, pero las piernas ya  no bajaban de 4:20/km.

Esos últimos 12 km. fueron eternos y engañosos, casi hasta de alucinaciones, en un punto creí llegar a la subida de Palani, para dar vuelta a la derecha y llegar a Kailua, pero era el repecho previo, ya las fuerzas iban justas y luchaba por no bajar la cadencia, finalmente logré llegar a Palani, me dejé ir y faltando casi 1 km. me pasó Kocar, por el número sabía que era de mi categoría, traté de apretar, pero él estaba más fuerte, a los 200 m. pase a un belga de mi categoría, quién estaba a punto de caerse.

En ese punto y dentro de mí, sabía, que había perdido el top 5, pero ya sólo quería llegar donde estaba mi familia, recoger la bandera de Colombia y terminar, el cuerpo no daba más, a lo lejos vi la tricolor y el tapete de llegada, la piel se me erizó, era lo que había soñado, estaba cumpliendo un sueño aplazado:  pasar ESA meta (así con MAYUSCULAS) dejando las piernas y el corazón en esos 226 km, sin importar el tiempo, el puesto, pero, absolutamente, satisfecho de hacer todo lo que estaba a mi alcance por cumplir y cumplirme.

Pasar la meta fue una mezcla de felicidad y dolor, pero sobre todo, un sentimiento de complacencia, por haber podido dar por terminado un capítulo, que había estado inconcluso durante 8 años y hoy no tengo más que agradecimiento por todos los que me animaron y me apoyaron para regresar, a cada uno de los que escribieron mensajes de aliento y de ánimo, a quienes estuvieron pendientes durante las 9 horas de competencia de cada parcial, a quienes en grupos de whatsapp comentaban la carrera, hicieron pronósticos y en la distancia me enviaban su buena energía y, en especial, a mis amigos de la vida, los amigos que se convirtieron en familia y que conocí por haber hecho parte de  Merey y a mi ex entrenador, Oswaldo Santos, quien cada vez que me veía me decía: “Mijo, usted tiene que regresar, aún tiene mucho que dar, yo lo quiero ver en Kona”

Infinitas gracias a mi esposa por su paciencia, por su ayuda y por animarme a cumplir mis sueños, a Mauro, mi mejor amigo, que siempre estuvo dispuesto a escucharme y aconsejarme, a mis hijas por alegrarse por mis triunfos y prestarme su tiempo y a la familia de mi esposa, es decir mi familia, que me acompaño, se organizo y se vivió este viaje en torno a un Ironman.

Todavía tengo la cabeza revuelta, muchos planes y caminos que tomar para 2023, entre ellos esta priorizar los objetivos laborales y familiares, pero eso será para otro blog.

¡Aloha!



lunes, 26 de septiembre de 2022

LA RECTA FINAL PARA KONA

 


Ayer, al terminar el último brick largo (montar y bajarse a correr), me dije mientras caminaba de regreso a la casa, con una sonrisa en la cara y en el alma: “ya está todo hecho, con el tiempo y las condiciones que tuve, no hay nada que reprochar, hice lo planeado y hasta más”.

Este último bloque de tres semanas, casi idénticas, ha sido el más duro, en cuanto a tiempo e intensidad, desde que volví a entrenar estructuradamente hace dos años y medio; promedié 26 horas por semana y, comparado a lo que hice en los últimos años como profesional, estuvo cerca al 70% de los bloques más fuertes y  muy cerca del promedio de mis inicios en la élite.

La semana consistía en dos días de brick: uno con pasos de umbral en bici y potencia en carrera y, otro, con pasos de tempo en bici y de umbral en trote, sumado a un día de fondo de bici y otro de atletismo, mientras que en la natación tenía un día de 100s y otro de potencia, todo eso acompañado de sesiones de mantenimiento y recuperación.

Nadando sentí que fui de menos a más, cada vez más fuerte, tuve la oportunidad de estar acompañado de Arturo y Alejandro Guzmán en algunas sesiones claves, lo que me ayudo a mejorar y, en general, sentía que los pasos salían solos.

En la carrera a pie, a pesar que era la carga más alta, fue la disciplina en la que mejor me sentí, los fondos se pasaban rápido y los intervalos los hacía sin mirar el reloj, por el otro lado, en el ciclismo, me costaba mantener el paso en los intervalos más largos y seguirle el ritmo a Alejandro, que, hoy viendo los resultados de Cozumel, entiendo el por qué, pues ha mejorado bastante, así que sólo espero que una vez me quite de encima las capas de cansancio algo de sus números estén tambien en mis piernas.

Quedan 12 días, de hoy lunes al sábado será casi la misma estructura de las últimas tres semanas, pero disminuyendo el volumen y manteniendo la intensidad y, el viernes, finalmente, programaré mi semana de competencia, que será muy similar a las que he venido haciendo este año, en este momento no hay que inventar nada con el entrenamiento, mucho menos con la nutrición, en la cual logré consumir sin dificultad los 90 g. de carbohidratos por hora, en los entrenamientos específicos.

He hecho todo lo que estaba a mí alcance, ha sido desafiante mantener un balance entre el trabajo, la familia, el entrenamiento y el proyecto de desarrollo de Tempo, que apenas esta iniciando y, en el cual me enfocare totalmente apenas regrese de Kona.

Así, el sábado viajaré tranquilo, dispuesto a dejarlo todo y a disfrutar de este sueño aplazado de nadar en Kailua Bay, rodar en Queen KA y correr en Ali´i Dr. y , estoy seguro que muchos de ustedes me seguirán y acompañaran, con su buena energía, a cientos de kilometros.

Ya me han preguntado cual es el objetivo y eso está claro: Ganar la categoría, hacer el mejor parcial de natación y ser el mejor colombiano, tareas ambiciosas, pero posibles y, al mismo tiempo no me trasnochan.

Tambien me han preguntado de los posibles ¨rivales¨, de los extranjeros, la verdad, ni idea de quienes están, de los colombianos si he podido ver sus resultados y por el momento este es un corto análisis: Jonathan está muy fuerte en la bici y sobre todo corriendo, creo que es el favorito entre los cafeteros, Nicolás, tiene uno de los mejores ciclismos de los grupos por edad, Juan Eugenio, toda la experiencia del mundo en Kona y Felipe viene mejorando año a año, sólo por nombrar algunos.

Pero esto es una carrera de yo contra yo, luchare por esos objetivos, pero, repito, no me trasnochan, lo que me hace soñar despierto es la experiencia de estar allá con mi familia, de verlos durante la carrera y de cruzar la meta y abrazarlos, después de haberlo dejado todo, de la misma forma que lo hice en cada uno de los entrenamientos, desde hace un año, cuando logré el cupo.

Para todos los que estarán viviendo esta experiencia les envío mucha suerte mecánica, que lo disfruten a su manera y según sus metas, en especial a mis pupilos: Paola, Álvaro, Francisco, Jaime y Valentina, que también hicieron lo todo lo posible por parase en la línea de salida, en sus términos, tiempos y condiciones.

Por último gracias, mil gracias a todos los que durante este tiempo han aportado, con su tiempo, recursos, palabras y pasión por el sueño de Kona: a Jean Pierre de Enervit, Giovanni de Páramo, Juan y Sergio de TNC, Nohemí y Jorge que nos acampañan sin dasampararnos en cada entrenamiento, a cada uno de los pupilos que me han concedido este tiempo, a mis amigos que no paran de animarme y emocionarse tanto o más que yo, a Mauro, que ya sé si entra como amigo o como familia, pero siempre está para todo y, por su puesto, a mi familia con quienes estaremos en The Big Island.

Desde Kona, realizaremos un live con TNC, para contarles, de primera mano, lo que se vive en la meca del triathlon y lo que siente un primiparo viviéndolo.

Antes de despedirme y anticipandome a lo que suceda en la carrera, de una vez les advierto que cuando finalice la carrera, inmediatamente, no publicaré el acostumbrado blog, esté será uno de los regalos para los asistentes al Campamento de TNC-Tempo en Giradot, quienes tendrán en primicia todos los detalles de esta gran experiencia, en vivo y en directo, después de esto si tendrán mi acostumbredo blog.