Repasando vídeos,
fotos y mensajes para comenzar a escribir este blog con una alegría enorme por
el resultado del fin de semana, pero especialmente por todas las personas que
me apoyan, que se emocionan por mí y que me dicen que las inspiro, esto último no
esperaba lograrlo, gracias a estos 3 últimos años me reconcilié con mi amor de
toda la vida, han sido maravillosos y me permitieron poder, hoy, despedirme con
una sonrisa.
Al escribir esto se me aguan los ojos: conocí el tri a los 8 años y lo he amado y odiado, lo he vivido desde adentro y desde la barrera, lo he disfrutado y también lo he sufrido, he gozado con los triunfos y he batallado con las derrotas, que han sido muchas más, he tenido tuzas (casi todas como entrenador) y he intentado con el ejemplo inspirar, especialmente, a mis hijas, para que hagan del deporte una parte de sus vidas, sea cual sea el deporte que escojan y el nivel en que lo practiquen.
Faltaría a la
verdad si dijera que volví por ellas o por otros, realmente regrese al triatlón
por mí; hace 9 años le dije adiós, quedándome con una carga emocional enorme,
me retire como nunca lo había hecho, en medio del Ironman de Cozumel terminé mi
carrera profesional a los 60 km. de la bici, refugiándome en la ducha de mi
casa (en ese momento vivía en la isla) y lloré, lloré por lo que no había sido,
en ese momento no entendía que había pasado, sólo que llevaba varios meses
batallando para salir de la casa a entrenar, cuando corría se me paraban las
piernas y tenía que regresar caminando; años más tarde aprendí que no escuche a
mi cuerpo, creyendo que por hacer más obtendría lo que soñaba, cuando debía
estar haciendo menos y, finalmente, había cavado mi propia tumba deportiva.
Durante ese
periodo de transición de profesional a entrenador a tiempo completo,
paulatinamente, fui dándole una nueva oportunidad al deporte, ya lo he contado
en otros blogs, sin embargo, para quienes no lo saben, la pandemia me dio una
nueva oportunidad y fue la excusa para regresar a entrenar estructuradamente,
requiriendo organización, sacrificar tiempo familiar y laboral y poniendo en el
cuerpo horas de entrenamiento.
En ese momento no
tenía un objetivo claro, sólo volver a competir de nuevo: ¿qué podría pasar? me
inscribí al 70.3 de Cartagena de 2021 y como dicen por ahí: el resto es
historia, pude cumplir con el sueño de competir en Kona, gané algunas carreras
y me acerqué a mis tiempos de profesional.
Ahora la pregunta
se transformó en ¿hasta cuándo?, nunca he sabido la respuesta a esa pregunta,
pero tampoco quería que fuera indefinido, ya no vivo de mis piernas, sino de mi
trabajo como entrenador, que es una de mis pasiones, especialmente quiero usar
lo que sé y toda la experiencia que tengo para llevar a una nueva generación de
atletas jóvenes hacia el alto rendimiento y esto requiere tiempo, mucho tiempo,
a un niño no le puedes únicamente mandar un plan, hay que estar en el día a
día, educarlo como atleta y como persona.
Sin embargo, el problema con los programas de desarrollo, es que, en Colombia, especialmente en Bogotá, es muy costoso, por dar un ejemplo: sólo tener un espacio para nadar todos los días, se puede llevar el doble de una mensualidad, por lo que la mayoría de clubes prefiere centrarse en los adultos.
Así, uno de los
retos que tengo en mente y uno de los proyectos (el otro, va a requerir un poco
más de tiempo y no depende únicamente de mí, sino del factor económico) que me
trasnocha y me obliga a hacer un alto en el camino, para buscar soluciones o
alternativas que me permitan consolidar un grupo de atletas a quienes guiar en
este largo proceso, apoyándolos con todo lo que este sueño requiere, sin que
esto signifique que dejaré de entrenar, simplemente el foco será otro, más bien
utilizaré el deporte, especialmente este que tanto que tanto amo, para oxigenar
la mente y el cuerpo y si se me atraviesa un reto por ahí, hacerlo sin
presiones.
Desde ahora sé
que no será fácil el día que abran las inscripciones de Cartagena 2024 y no me
inscriba.
Bueno, vamos
ahora sí, con el resumen de carrera:
Este año fue
largo, cometí el error de iniciar muy temprano, solo descansé una semana, para
seguirle el paso a los junior y élites que comenzaban su preparación hacia
Juegos Nacionales y ya a mitad de año, sentía que no era fácil mantener la
intensidad hasta diciembre.
A diferencia de
otros años solo hice una pequeña adaptación al calor la semana previa a la
carrera y, desafortunadamente, llegué con una gripa que me duro hasta el
viernes, nada grave, pero me preocupo en su momento.
La noche previa a
la carrera dormí bien, me levanté a las 3:30 am comí algo pequeño, corrí mis
típicos 10 minutos, volví a desayunar, al baño y terminar de organizar las
cosas para la carrera.
Ya en el muelle
para la salida, con el permiso de muchos, logré llegar al “corral” de 25
minutos y salir de primero.
Salimos muy
puntuales a las 6:15 am, arranqué fuerte y en la primera boya, error mío por
seguir las indicaciones del locutor y no tener presente que era en las boyas
rojas (las segundas) gire a la izquierda, rápidamente fui alertado de mi equivocación,
rectifiqué y llegué de primero a las boyas de giro, voltee y el sol, como
esperaba, pegó con fuerza, no se podía ver, entonces busque un punto de
referencia externo y me guie por los edificios en el horizonte, ya que el
resplandor del sol era enceguecedor y no había kayak guía.
A los 400 m.
sentí que alguien me tocaba los pies, a lo que pensé, voy muy lento, me están
alcanzando y recordé que Daniel Ortega, nadador del equipo de relevo de Garmin,
había salido unos segundos detrás, un alivio pues creía que había llegado ayuda.
Daniel se iguala a mi paso, pero durante 100 m. se mantiene al lado, a lo que
decido apretar, para que el paso no se caiga. Finalmente, la boya de giro,
volteo y veo la boya naranja al otro lado, ahora se puede ver y es cuestión de
mantener el rumbo, lastimosamente, ese fue mi segundo error, esa no era la boya
y solo me doy cuenta cuando una moto acuática me avisa y tengo que retornar a
la boya correcta, preciosos segundos que perdí e hice perder a quienes me
seguían a la distancia.
El último tramo
apreté un poco más hasta salir del agua en primer lugar, seguido de Daniel, que
rápidamente me sobrepasa en la corrida a la zona de transición. Hago una
transición rápida y salgo a unos segundos del relevo, que me deja en los
primeros metros, mientras me pongo las zapatillas, de allí en adelante, de
nuevo solo, como en años anteriores, ni una moto de compañía, a excepción de
las que venían en contravía.
Hasta los 20 km. todo
en orden cuando el potenciómetro no quiso funcionar más, venía fallando, pero
siempre se arreglaba para las carreras, pero esta vez ya no dió y me quedé a
punta de sensaciones, iba marcado entre 260 y 290 vatios, que era el objetivo,
por lo que traté de mantener esa sensación y el pulso por encima de 150, sin
olvidarme de tomar y comer, plan que logré cumplir con 2 botellas de Isocarb de
60 gr., 1 de hidratante de 30 gr. 3 geles isotónicos de cafeína de 20 gr. y 1
liquid gel de 30 gr. Es decir, unos 100 gr. de carbohidratos y un litro por
hora.
Para quienes han competido en Cartagena saben que el único punto de referencia es en el giro a los 45 km. (anteriormente a los 44 km.), y para quien va liderando es, finalmente, la oportunidad de tener noticias de lo que esta pasando atrás, aunque no de forma fiable, pues con el sistema de Rolling star (en natación arrancan 3 atletas cada 3 segundos), es imposible saber a que hora arrancaron los demás.
Según mis cuentas
estaban entre 3 a 4 minutos atrás un ciclista de colores (Emmanuel de
Argentina), a quien confundí con Nicolás Uribe, luego el de verde (que si era
Nicolás), y los demás, Espitia, Echeverry, Zapata, iban un poco más atrás de lo
esperado. Me sentía fuerte y que podía mantener el paso, aunque el viento
estaba más fuerte que el año pasado, mis parciales salían más rápido y me daban
confianza en lograr la victoria. Era cuestión de no perder la concentración, ir
solo liderando sin referencias, no es tarea fácil, se puede caer en un paso
cómodo o pensar de más sobre si atrás vienen guardando la distancia o no.
Transición sin
problemas y la ansiedad de escuchar las diferencias, el primero que me las da
con palabras de ánimo, es Víctor Hugo Peña, ¡de lujo!, me dice que 4 minutos, pero
al regresar del primer giro, Nicolás y Emmanuel ya están corriendo, quiere
decir que están a dos minutos físicamente y no se a cuánto realmente, pues a
Emmanuel lo había visto al inicio de la natación, pero no a Nicolás.
A los 3 km.
Jineth y Eduardo me comenzaron a dar parciales reales que no lograba entender,
pero lo que era claro es que no iba liderando, Nicolás había salido unos 4
minutos después y estaba perdiendo con él unos 2 minutos, y no sabía si
Emmanuel iba adelante o atrás.
La primera vuelta
de atletismo apreté para descontar rápidamente la diferencia con Nicolás,
pasando de largo un par de estaciones de agua y sin poder tomar nada del
público, el calor, que siempre ha sido mi aliado, me comenzó a pasar factura,
el paso se iba subiendo ligeramente y Emmanuel me venía descontando en cada
parcial, había arrancado con 1:41 sobre él y en la primera vuelta estaba a
1:10, mientras Nicolás estaba a 13 segundos, pero las sensaciones no eran
buenas, el paso se subía y el tiempo se hacía eterno, me tomaba los geles
esperando un shot de energía, pero este no llegaba, los pensamientos negativos
rondaban y trataba de alejarlos con el ánimo del público.
Al kilómetro 13,
Nicolás iba a 27 segundos y Emmanuel a 38, la diferencia estaba cayendo muy
rápido, hasta que en el kilómetro 15 el argentino me dio caza, Eduardo me
animaba y durante dos kilómetros aguanté el ritmo, pensando en cuantos segundos
debía sacarle si quería ganar. En el 18 ya no pude mantener el paso, cada curva
era una aceleración y se comenzó a ir, perdiendo en esos últimos 3 km. cerca de
50 segundos.
Kilómetros que fueron agónicos, pues tampoco sabía si Nicolás iba recortando tiempo, o como yo, iba pasando penas, finalmente, última curva y rumbo a la meta, me acordé de mi promesa de sonreír, en un segundo digerí lo que había pasado y disfruté esos últimos metros, sabiendo que podrían ser los últimos en un evento Ironman.
Felicidades a
todos los participantes, a los pupilos, a sus familias y en especial a Emmanuel
y a Nicolás, que me la pusieron difícil durante todo el día.
Hoy quedo a pases
con el triatlón, listo para encaminar mi energía en los proyectos que les conté
al inicio y de los que espero pronto poder compartirles más detalles, me toca
morderme la lengua, porque de verdad es algo que me emociona muchísimo.
Me voy feliz con
las muestras de aprecio y cariño y con ganas enormes de darle alegrías a
Colombia, ahora a través de mis pupilos.
Gracias por haber
llegado hasta aquí, por leerme, por seguirme, alentarme y aquí seguiré viviendo
con la misma pasión esto que disfrutamos tanto.